El auge definitivo de África

El auge definitivo de África

El auge definitivo de África

El creciente peso demográfico del continente le obliga a ser un actor geopolítico clave en las próximas décadas y debemos adaptarnos a ello.

Llevamos años escuchando a sociólogos y demógrafos advertir de que más que combatir la inmigración procedente de países en desarrollo, mejor pensemos en cómo integramos a esas personas en nuestras sociedades para que sean un motor de crecimiento social y económico, en lugar de un motor de conflicto por la falta de oportunidades y la marginación. La inmigración procedente de África suele inquietarnos particularmente. Su  lejanía cultural y racial suscita recelos y miedo, y alimenta a partidos políticos que hacen del racismo una de sus principales banderas. Sin embargo, la demografía nos indica que no hay vuelta atrás. África será un continente determinante para el mundo en la segunda mitad del siglo XXI, y esas bases ya se están asentando hoy. Es el auge definitivo de África.

A la vez que los países ricos se enfrentan al reto mayúsculo del envejecimiento de su población, las naciones africanas están experimentando lo que algunos expertos llaman un «terremoto juvenil» o youthquakeen su expresión inglesa. No es un estallido repentino, aseguran, sino más bien un progresivo movimiento sísmico. La edad media en África es de 19 años. Eso es 20 años menos que en China y Estados Unidos, y 10 menos que en la India.

En la década de 2040, dos de cada cinco niños nacerán en África, según las previsiones demográficas. Se espera que su población se duplique hasta alcanzar los 2.500 millones de personas en el próximo cuarto de siglo. En 2100, la mitad de los menores de 18 años del mundo serán africanos.

Estos datos apabullantes obligarán a África a tener un papel fundamental en asuntos de calado mundial como la transición energética, los flujos migratorios o el cambio climático. Sin el compromiso de sus habitantes, la rueda del progreso global sencillamente no podrá girar.

«El mundo está cambiando, y tenemos que empezar a reimaginar el lugar de África en él», asegura Edward Paice, director del think tank Instituto de Investigación de África y autor del ensayo Youthquake (2022, edición en inglés). “La forma en que en Occidente tratamos a África está caducada, un hecho fomentado por los medios de comunicación, que solo se fijan en África cuando ocurre una gran crisis, un conflicto armado o una hambruna”, subraya Paice.

La oleada de personas que están partiendo de Senegal rumbo a las Islas Canarias en los últimos meses, con casi 15.000 personas arribando a las costas del archipiélago solo durante el mes de octubre, lo que supone un récord histórico, es el reflejo de este estallido demográfico que lo cambiará todo. En 2022, la migración (regular e irregular) desde países en desarrollo hacia los países ricos alcanzó un máximo histórico impulsada por las crisis humanitarias y por motivos laborales, tanto por la escasez en las zonas de origen como por la demanda de mano de obra en los países de destino, según la OCDE. En concepto de migración regular, 6,1 millones de personas se desplazaron a uno de los 38 países de la OCDE en 2022, lo que supone un 26% más que en 2021. Las cifras preliminares para 2023 apuntan a un nuevo incremento.

Lo cuenta Paice muy gráficamente: “En 2050, África será el principal motor laboral del mundo. Un tercio de la juventud global de entre 15 y 25 años será africana, y eso impactará todos los aspectos de nuestras vidas, desde la economía a la religión y la lengua. Por ejemplo, el 85% de los francoparlantes vivirán en África. El centro de la cristiandad se moverá desde Estados Unidos a África. Habrá 750 millones de personas en edad de trabajar, una población similar al total de población actual de Europa. Cada año 30 millones de personas [africanas] accederán a la edad de trabajar, pero solo se crean tres millones de empleos decentes en el continente. El déficit es enorme y eso genera mucha insatisfacción”. Ya hoy, el Banco Mundial señala que un millón de africanos entran en el mercado laboral cada mes pero menos de un 25% consigue un empleo formal.

Esto no quiere decir que cientos de miles de africanos se lancen al mar en los próximos años, si bien las oleadas de migración irregular irán a más. Como subraya Paice, “la mayoría de africanos emigran dentro del continente, pues pagar a las mafias [para llegar a Europa] es un esfuerzo económico que muchos no pueden asumir, y saben que cuando lleguen a destino quizá las cosas no son como las habían imaginado”. Pero sí es un hecho que “la inmigración a Occidente seguirá en aumento. Eso preocupa a la Unión Europea y no hay respuestas claras sobre cómo actuar”.

Es evidente que África no es un ente monolítico. En el continente se encuentran innumerables culturas en 54 países que ocupan una superficie mayor que China, India, Europa y Estados Unidos juntos. Cada país tiene sus vaivenes sociales y económicos, que por ejemplo llevan hoy a miles de senegaleses a tratar de arribar a las costas canarias debido a la inestabilidad del país. O veamos el asunto de la natalidad: así como el África Occidental, Central y Oriental la fecundidad está disparada, en el Magreb y Sudáfrica la tasa de natalidad se sitúa en una más modesta franja de 2 a 4 hijos por mujer, por lo que quedan algo al margen del llamado “terremoto juvenil”.

El auge de África ya puede apreciarse en su eclosión cultural, principalmente en el campo de la música y de la moda, y también en el de la política. Este año y tras más de un lustro aspirando a ello, la Unión Africana fue aceptada en el G-20 de las “economías industrializadas y en desarrollo más importantes”, el segundo grupo de países tras la adhesión de la Unión Europea. Además, las grandes potencias mundiales se pelean por obtener acuerdos comerciales y de explotación de recursos con los gobiernos africanos, que cada vez exigen más protagonismo.

«Es la madre de todas las megatendencias», sentenció Carlos Lopes, economista de Guinea-Bissau que dirigió la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, al diario The New York Times. Por eso es importante encauzar bien todo el potencial positivo de este estallido demográfico africano en contraposición al envejecimiento en los países ricos. El desempeño electoral de los partidos anti-inmigración en Occidente a medida que la influencia de África vaya entrando en nuestras sociedades será un buen termómetro sobre la manera en qué enfocamos el fenómeno.

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