Los jóvenes se distancian

Los jóvenes son cada vez más divergentes políticamente: las mujeres son más liberales y los hombres más conservadores. Así lo reflejan todos los estudios internacionales, y por supuesto España no es una excepción. El último aviso llegó del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de Cataluña: la población de entre 16 y 24 años es la más dispuesta a renunciar a vivir en un país gobernado democráticamente si a cambio se les garantizase un nivel de vida adecuado a sus intereses. De entre ellos, la abrumadora mayoría son varones.

En el año 2020, un macro estudio liderado por la revista The Economist utilizó encuestas oficiales de la Unión Europea, Estados Unidos y Corea del Sur para examinar a 20 naciones ricas sobre este asunto. El estudio reveló que los hombres jóvenes son más antifeministas que los mayores, lo que contradice la idea popular de que cada generación es más progresista que la anterior. En el año 2000 había poca diferencia entre hombres y mujeres de 18 a 29 años cuando se les pedía que se posicionasen en una escala del 1 al 10, de muy progresista a muy conservador. En 2020, la diferencia era de 0,75, eso es el doble de diferencia entre hombres y mujeres.

Las expectativas vitales y laborales frustradas y la eclosión del feminismo son dos puntales que explican esta polarización. Puede parecer algo anecdótico, pero es relevante porque divide a la sociedad en dos y retroalimenta la incomprensión y el resentimiento. En esto también juegan un papel importante las redes sociales, donde muchos de estos hombres (y también mujeres) quedan atrapados en cámaras de eco ideológicas, en las que solo se relacionan con sus iguales y los bulos y los argumentos sesgados se amplifican.

Por el momento la brecha no se traduce directamente en patrones de voto, pero ya marca una tendencia. En las elecciones legislativas de Estados Unidos de 2022, el 72% de las mujeres jóvenes apoyaron al candidato demócrata, frente al 54% de los hombres. En 2008, apenas había diferencia. En las elecciones alemanas de 2021 se produjo la mayor diferencia de voto entre hombres ymujeres jóvenes. En Portugal, el partido de extrema derecha Chega triplicó sus votos en las elecciones de este mes de marzo, con un apoyo muy concentrado en el votante joven, varón y con menor nivel educativo.

En la otra punta del globo, Corea del Sur eligió en 2022 a un presidente abiertamente antifeminista; más del 58% de los hombres de 20 años votaron por él, a la vez que el 58% de las mujeres de 20 años apoyaron a su rival. Siguiendo en Corea del Sur, una de las democracias más sólidas de Asia y referente cultural para millones de jóvenes en todo el mundo, casi el 80% de los varones de 20 años afirman que los hombres están discriminados. Apenas el 30% de los hombres surcoreanos de más de 60 años están de acuerdo.

¿Qué está ocurriendo? Las causas más probables que señalan politólogos y sociólogos son la creciente brecha educativa (los hombres jóvenes reciben menos educación que las mujeres jóvenes), el sentir de los tiempos (los países avanzados se han vuelto menos sexistas, y los hombres y las mujeres experimentan esto de manera diferente) y las cámaras de eco (las redes sociales agravan la polarización). Además, en las democracias, muchos políticos de derechas avivan hábilmente las quejas de los hombres jóvenes, mientras que muchos de izquierdas apenas reconocen que los hombres jóvenes tienen problemas reales. En un lado del espectro hay magnificación de un fenómeno y en el otro lado hay negación de esa realidad.

Detengámonos en la educación: en la UE, la proporción de hombres de 25 a 34 años con estudios superiores pasó del 21% al 35% entre 2002 y 2020. En el caso de las mujeres, aumentó más rápidamente, del 25% al 46%. En Estados Unidos, la diferencia es prácticamente la misma: diez puntos porcentuales más de mujeres jóvenes que de hombres obtienen una licenciatura. Las diferencias de educación conducen a diferencias de actitud, dicen los expertos: las personas que van a la universidad tienen más probabilidades de absorber una perspectiva liberal e igualitaria.

De la falta de formación educativa (menor formación académica de los varones) emanan los prejuicios y la incomprensión en otras áreas importantes, como es la emancipación de la mujer y su acceso masivo al mercado laboral, que generan una mayor competencia para los varones jóvenes que no padecieron sus padres ni sus abuelos. A esto se suma una cosmovisión con valores e intereses cada vez más alejados entre chicos y chicas, lo que dificulta las relaciones sociales y amorosas entre ambos sexos y redunda en la incomprensión.

Según una encuesta reciente del CIS, los menores de 35 años son, con diferencia, los españoles que menos creen que en la democracia. Un 12% de ellos defiende que en algunas circunstancias un gobierno autoritario sería preferible, y al 15% de los jóvenes de entre 18 y 24 años le da completamente igual una forma de gobierno que otra.

Seguramente ocurre lo que apunta la historiadora y periodista Anne Applebaum en su libro El ocaso de la democracia: la seducción del autoritarismo (Debate, 2021) y que recoge en un artículo el diario El Mundo: “La generación actual de jóvenes de Europa y EEUU ha crecido en un mundo sin guerras, sin dictaduras. Dan por sentado que hay democracia, que ésta siempre va a existir. Pero la democracia no es inevitable, requiere esfuerzo y tiempo. Me preocupa que no hayamos transmitido esa verdad a los jóvenes»