Propiedad online: Blockchain, NFTs e IA

Quiere la casualidad que el autor de estas líneas se encuentre actualmente residiendo en la ciudad inglesa de Bristol, supuesto lugar de nacimiento del artista urbano Banksy, cuya identidad real se desconoce. Ello no impide que sus graffitis (que combinan humor, ironía y crítica social) hayan alcanzado tal popularidad que desde Sotheby’s, la prestigiosa casa de subasta de arte y lujo británica, se vendiera en 2018 una reproducción de uno de sus trabajos por la nada desdeñable cifra de un millón de libras esterlinas. Sin embargo, Banksy no es un artista común. Inmediatamente después de ser adquirida, el propio autor activó un mecanismo que hizo trizas la obra, destruyéndola. Aparentemente. La nueva obra (o lo que es lo mismo, los restos de la antigüa) marcaba un hito: por primera vez en la Historia, se creaba arte durante la propia subasta. En 2021, esta nueva “pieza” fue subastada por 18.5 millones de libras. Esta anécdota pone de manifiesto una de las particularidades más importantes del mundo de arte: el carácter único de sus elementos.

Exclusividad en el mundo digital

Reflexionemos un instante sobre un hecho crucial para la discusión que sigue: usted puede obtener una réplica exacta de la página en la que está leyendo este artículo, y su copia será indistinguible de la original. De hecho, quién más y quién menos ha descargado una película de Internet y por lo general la versión en su ordenador es absolutamente idéntica al fichero de origen, de tal forma que usted y su vecino pueden decir que han visto la misma película. Lo fundamental aquí es entender que cualquier objeto digital es, a fin de cuentas, un conjunto de bits almacenados en un disco duro y como tales, pueden ser replicados infinitamente, creando innumerables copias iguales. En ese escenario se hace difícil pensar en archivos estrictamente “únicos”. No hablamos aquí de servicios a los que se pueda acceder únicamente mediante pago, como un servicio de streaming o una subscripción a un canal de una red social. Hablamos de la originalidad y singularidad de un conjunto específico de bits.

Un joven aspirante artista adquiría, de nuevo en 2018, una copia de otro trabajo de Banksy titulada Morons (White) por 95.000 dólares. La fotografió, puso dicha fotografía a la venta en una casa de subastas de arte online y quemó el original. Mediante este gesto se creaba el primer non-fungible token (NFT) de una obra de Banksy. Al no subir la imagen en sí, sino un NFT, este joven estaba garantizando el carácter único de los bits que representaban la fotografía digitalizada. Esto es fundamental, ya que como decíamos, el valor de una experiencia depende de cuántas personas puedan acceder a la misma. Si hubiera subido la imagen sin más, cualquiera podría haber hecho suya una réplica y nadie en su sano juicio hubiera pujado por una copia. De modo que, ¿cómo asegurar esa exclusividad de manera acreditada en el plano online? La respuesta se encuentra en blockchain.

Breve introducción a blockchain

Blockchain suele describirse asociada a las criptomonedas, y si bien éstas dependen de blockchain, la inversa no es cierta. Su nombre significa literalmente “cadena de bloques” pues cada operación realizada sobre un objeto digital alojado en una red blockchain deja un rastro de información (un bloque) imposible de eliminar que se encadena al resto de bloques previos, conformando así la historia única e imborrable de dicho objeto. Un esquema de cómo tiene lugar una transacción utilizando un esquema basado en blockchain se muestra en la figura inferior. En adelante utilizaremos como referencia de operación en la red blockchain un proceso de compra-venta, que es la aplicación más común hoy en día, pero siendo estrictos podemos pensar en cambios en un sentido más amplio.

Figura 1: Esquema del funcionamiento básico de un procedimiento de compra de un objeto digital (en este caso, un NFT) utilizando la infraestructura blockchain.

De una manera muy simplificada, blockchain es una red de nodos (ordenadores, servidores e incluso smartphones y tablets) que alojan información verificada por ellos mismos acerca del historial de cambios de un archivo alojado en dicha red, sin intervención humana en el proceso. Cuando se realiza una operación (por ejemplo comercial) en dicha red, todos los detalles de la misma son vistos por todos los nodos de la red (de ahí su carácter descentralizado), los cuales de manera independiente verifican la validez de dicha operación. Esta verificación da lugar, en cada nodo, a un nuevo “bloque” de información describiendo el proceso realizado. Tras ello, todos los nodos involucrados compiten en la resolución de un problema criptográfico por determinar qué nodo aporta a la cadena previa de bloques el recién generado, pues los nuevos bloques pueden ser ligeramente diferentes para cada nodo. El nodo que consigue resolver el puzzle antes es el que finalmente añade su bloque al resto de la cadena, la cual es actualizada de manera universal con los datos de la última transacción. De esta manera se asegura la veracidad de una transacción y queda registrada en toda la red. Su caracter descentralizado dificulta (hasta el punto de casi imposibilitar) que alguien ataque a la red y falsifique operaciones.

Más allá de los pagos: NFTs

¿Cuál es el valor y qué precio tiene un trabajo original de Picasso? Al no existir dos iguales, el valor de cada cuadro será único y su tasación vendrá determinada por el interés comercial que genere. En definitiva, su precio (y para muchos su valor) será el que el mercado especulativo formado alrededor de él decida. Esto es normal en el mercado del arte tal y como lo conocemos. De hecho, se acepta universalmente que “así son las cosas”.

Debemos ahora considerar que un objeto creado y almacenado digitalmente no puede por definición existir, en el sentido más puro de la palabra, en el plano físico. A fin de cuentas, hablamos de bits. Si en lugar de Picasso fuéramos un artista digital actual, todo nuestro trabajo sería exclusivamente eso, bits almacenados en nuestro ordenador. Intangible, pero real. Y probablemente querríamos sacarle provecho económico a nuestro esfuerzo. Un non-fungible token (NFT) se define como un objeto digital único, libre de ser objeto de intercambio y compra-venta, cuya principal particularidad es el hecho de carecer de un equivalente exacto. Exactamente igual que con el arte físico.

Figura 2: Fotogramas extraídos de la obra digital “Quantum”. Puede usted acceder a una copia exacta en el sitio web de Shoteby’s

Bajo esta premisa, el 3 de Mayo de 2014 el artista digital Kevin McCoy “creó” el primer NFT conocido, de título “Quantum”. Quantum, como se puede observar en la imagen superior, consiste en un octógono con formas geométricas cambiantes en su interior de acuerdo a un ritmo hipnótico. El 28 de Noviembre de 2021 Quantum se vendía como cualquier otra obra de arte, con certificado de autenticidad y garantía de exclusividad, por 1.4 millones de dólares. Es decir, usted puede descargar y hacer copias de Quantum libremente, cuantas quiera. No hay límite, y la puede hacer incluso desde la propia web desde donde se subastó. Pero no tendrá la propiedad de la misma. El original no sólo contiene el pequeño fichero de vídeo con la parte visual de la obra, sino también una serie de documentos digitales que acreditan que ésa es, en efecto, la original, el primer NFT de la Historia.

Posibilidades de la tecnología NFT/blockchain

Es posible que usted se haya enterado de la existencia de los NFTs y blockchain a raíz de las recientes noticias acerca de la caída en picado del mercado NFT, con un descenso de hasta el 92% en sus operaciones. En efecto, nadie duda que se estaba generando una burbuja especulativa alrededor de imágenes digitales creadas en muchas ocasiones por la promesa de dinero fácil. La mayoría de NFTs a día de hoy consisten en piezas visuales, y no es difícil encontrar millares de “obras de arte” disponibles para su venta en sitios web como OpenSea, que actúan como contraparte digitales de las clásicas casas especializadas en la venta de arte.

Sin embargo, la tecnología y las ideas detrás tanto de los NFT como de blockchain permiten imaginar un universo de posibilidades al respecto. Por ejemplo, piense en el sector de los videojuegos. Con un modelo de comercialización cada vez menos dependiente de las ventas del juego completo y más de la personalización de la experiencia del usuario mediante compras in-game, es fácil imaginar cómo muchas personas estarían dispuestas a pagar enormes sumas de dinero por tener la oportunidad de que el personaje de su videojuego favorito fuera “único” y reconocible por el resto de la comunidad. Motivos similares, amparados en la ambición humana de poseer, aunque el objeto codiciado sea intangible y replicable en apariencia, han motivado la venta como NFTs del primer tweet de la Historia, de una columna del New York Times, o incluso de patentes de descubrimientos científicos. Cabe también suponer que, puesto que la mayoría de IAs que tenemos a nuestro alrededor no son robots físicos sino programas informáticos (y por tanto bits), también son objetos susceptibles de ser comercializadas como NFTs.

Relación con la IA

En el momento de escribir este artículo, la principal aplicación de la IA consiste en que artistas e ingenieros empleen modelos capaces de generar de manera automática imágenes[1], música y toda clase de contenido multimedia que luego formarán parte o el todo de un NFT.

Sin embargo, existe un incipiente mercado de videojuegos centrados en los NFT[2], entendiendo éstos como ítems o atributos únicos con los cuales hacer única la experiencia del jugador, a la vez que dotándole de las herramientas para establecer relaciones comerciales con otros jugadores. De esa manera los usuarios comparten dinámicas interactivas que aumentan su implicación para con el juego a la vez que los creadores de contenido reciben una retribución por su trabajo creando objetos únicos para ellos. De alguna manera, eso permite recrear mini-Universos que replican comportamientos y dinámicas del mundo real.

Eso es algo que puede resultar de particular interés para la investigación hacia una Inteligencia Artificial más capaz y adaptativa. Como ya hemos tratado en otros episodios, una de las principales limitaciones de los modelos de IA con que contamos es que seguimos requiriendo de gigantescas bases de datos con las que entrenar estos modelos. Hasta ahora, esto se atajaba en muchos escenarios creando de forma artificial nuevos datos. Esto es particularmente simple en el caso de juegos, tanto los de mesa como el ajedrez o el Go[3] hasta videojuegos como DOTA2[4] o Starcraft[5] , pues proporcionan un entorno virtual atado a unas reglas fijas, capaz de reproducir miles de millones de escenarios de juego realistas en cuestión de horas. ¿Y si estos universos digitales con dinámicas sociales complejas proporcionaran la base para el entrenamiento de nuevas IAs orientadas a predecir dinámicas en el mercado? ¿Qué podría aprender una IA acerca de la manera en que tienen lugar nuestros acuerdos comerciales? A buen seguro que abriría una puerta interesantísima para comprender algunos aspectos de nuestra sociedad.

El arte de crear más preguntas que respuestas

Tras lo expuesto en este artículo es probable que tenga usted la cabeza bullendo con ideas, bailando con conceptos, o ambas al mismo tiempo. Sea como sea, esto ha sido sólo un primer acercamiento al tema principal que iremos desarrollando aquí: un futuro donde las grandes tecnologías digitales de vanguardia (Web3.0, IoT, IA, blockchain, metaverso…) irremediablemente terminarán convergiendo. Allí nos dirigimos en próximos Catch.batches. Pero como toda buena historia, merece la pena detenerse en sus detalles. A fin de cuentas, nos aproximamos a una nueva manera de entender el mundo. No el que nos rodea y en el que respiramos, sino en el que nos sumergimos (cada día) a través de nuestras pantallas.

Referencias

[1]: Ramesh, A., Dhariwal, P., Nichol, A., Chu, C., & Chen, M. (2022). Hierarchical Text-Conditional Image Generation with CLIP Latents. ArXiv, abs/2204.06125.

[2]: “The BGA 2021 Member Survey & Report”. The Blockchain Game Alliance (2021).

[3]: Schrittwieser, J., Antonoglou, I., Hubert, T. et al. Mastering Atari, Go, chess and shogi by planning with a learned model. Nature 588, 604–609 (2020). https://doi.org/10.1038/s41586-020-03051-4.

[4]: Berner, C., Brockman, G., Chan, B., Cheung, V., Debiak, P., Dennison, C., Farhi, D., Fischer, Q., Hashme, S., Hesse, C., Józefowicz, R., Gray, S., Olsson, C., Pachocki, J.W., Petrov, M., Pinto, H.P., Raiman, J., Salimans, T., Schlatter, J., Schneider, J., Sidor, S., Sutskever, I., Tang, J., Wolski, F., & Zhang, S. (2019). Dota 2 with Large Scale Deep Reinforcement Learning. ArXiv, abs/1912.06680.

[5]: Vinyals, O., Babuschkin, I., Czarnecki, W.M. et al. Grandmaster level in StarCraft II using multi-agent reinforcement learning. Nature 575, 350–354 (2019). https://doi.org/10.1038/s41586-019-1724-z.

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