Un café con Joaquín Almunia

La Unión Europea ha vivido su década mas turbulenta en los últimos años, con constantes amenazas para su integridad: crisis del euro, auge de los populismos, crisis de los refugiados, Brexit… ¿Cuál es su futuro? ¿Cómo se consigue la estabilidad? Para analizarla es necesario conocerla por dentro y, para ello, nadie mejor que Joaquín Almunia (Bilbao, 1948). Fue Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, vicepresidente de la Comisión y comisario de Competencia. Considera que es necesario que funcione el eje franco-alemán, pero que no margine al resto de los países. Al mismo tiempo, defiende a Bruselas de los ataques de algunos líderes europeos, que la acusan de todos sus males. Pone el foco en Hungría y Polonia, que están “claramente cruzando las líneas rojas en materia de democracia”.

La Unión Europea acaba de recibir el Premio Princesa de Asturias, cuando se cumplen 60 años de la firma del Tratado de Roma. ¿Una forma de reforzarse ahora que Reino Unido se va y se ha conseguido eliminar de la ecuación a Le Pen?

Creo que la Unión se merece el Nobel de la Paz que consiguió hace unos años y se merece por supuesto el Princesa de Asturias a la Concordia. En este último caso la iniciativa la tomó un parlamentario europeo joven, asturiano, socialista, Jonás Fernández. Si hay un país que debe estar agradecido y que no debe permitir que se distorsione lo que la UE es y quiere ser es España. Para nosotros la UE ha sido un faro que nos ha orientado en los peores tiempos del franquismo. Nos iluminaba hacia donde teníamos que llevar a España los que quisiésemos contribuir a ello: la democracia, las libertades, la protección de los derechos humanos, al progreso… y ha sido una guía para las reformas que ha hecho España para modernizarse desde el inicio de la Transición y desde que entramos en 1986.

La UE también es objeto de muchas críticas

Sí, y yo creo que en parte también son justas porque la UE no es solo Bruselas, la Comisión y el Parlamento, sino los estados miembro. Y muchos de los líderes políticos actuales en los países europeos no han estado a la altura de las circunstancias y tienen que ponerse las pilas para seguir avanzando en la integración. 

¿Estás pensando en la crisis de refugiados? 

Estoy pensando en cómo se ha abordado la crisis económica, con las consecuencias sociales que desgraciadamente no está en la mano de las autoridades europeas paliarlas porque no tienen competencias prácticamente en temas sociales, son los gobiernos los que las tienen. Estoy pensando en la crisis de los refugiados y el tratamiento de la inmigración. En la falta de capacidad de la UE porque no se la dan los estados para intervenir de manera más activa en los conflictos que tenemos al otro lado de nuestras fronteras. Creo que la UE tiene que ser mucho más de lo que es, y espero que esto sirva de acicate.

¿Es admisible subcontratar la gestión de millones de refugiados a Libia y a Turquía, como se ha hecho? 

Yo lo que creo que es un error es que los máximos líderes europeos que se sientan varias veces al año en el Consejo Europeo no consideren que ese es un tema que les responsabiliza en común. El Consejo Europeo tiene que tomar decisiones que consisten en controlar mejor las fronteras -pero no basta con eso-, decisiones que consisten en actuar en el origen de los conflictos que provocan refugiados y desplazamientos, y en tomar las decisiones necesarias a nivel nacional. 

Acogerles es una cuestión de derecho internacional 

Y Europa tiene su propia legislación de asilo y refugio pero no está a la altura de las circunstancias. Necesita adaptar la legislación, pero para ello es preciso tener una agencia de refugiados, una política común y una institución que gestione con una dimensión europea el flujo, el asentamiento, el reasentamiento de esas personas y el integrarse en nuestra sociedad. 

¿Te sorprende la desafección de muchos europeos con las instituciones? 

Aquí hay un problema de perspectiva.  Mostrar desafección a quien no tiene poderes porque no se los dan me parece que es desviar la atención de la gente. Y hay líderes políticos en Europa que se empeñan en eso. Es una hipocresía y una irresponsabilidad. Cuando ellos se reúnen en el Consejo Europeo en Bruselas y tienen que tomar las decisiones no las toman, y cuando vuelven a sus países de origen dicen: “Mire, la culpa la tiene Bruselas”. Oiga, Bruselas es la ciudad donde usted estaba y donde no ha sido capaz de tomar la decisión. 

Como ex vicepresidente de la Comisión, pero también como ciudadano de la Europa del sur, ¿se ha gestionado bien la crisis griega?

Vi el origen de la crisis en Grecia a finales de 2009 en directo porque hasta febrero de 2010 era Responsable de Asuntos Económicos en la Comisión. Hasta ese momento todas las responsabilidades estaban en Grecia: los sucesivos gobiernos no habían sido capaces de gestionar su economía de manera responsable, habían ocultado las cifras de sus desequilibrios económicos bajo la alfombra, en particular del déficit y la deuda pública, pero no solo, también de su balanza por cuenta corriente. No habían adoptado las reformas imprescindibles, se les estaban exigiendo y se negaban a adoptar o adoptaban de manera tan tímida que no producían resultados. A partir de febrero de 2010 Grecia se tiene que poner en manos de los países de la eurozona porque no tiene capacidad de financiar sus necesidades y necesita apoyo. Y el apoyo no se da gratis, sino a cambio de condiciones. El apoyo que ha recibido Grecia es enorme: 300.000 millones, pero las condiciones exigidas han sido draconianas. Y han producido mucho peores resultados de lo que uno podría imaginar, tanto en términos económicos como sociales y han producido además un agravamiento y no una solución de los problemas que se querían atajar, el déficit y la deuda pública.

A lo largo de los años se ha aprendido, tanto por parte de Grecia- en particular el gobierno de Tsipras, que tiene particular mérito porque venía de otra galaxia- como por parte de los gobiernos europeos y el eurogrupo, que ahora saben que hay medidas que no se pueden pedir y que hay problemas que no se solucionan con medidas draconianas. Creo que hoy todavía Grecia está pagando las consecuencias pero está empezando a salir. Por primera vez en mucho tiempo puede mirar al futuro y confiar en sus propias posibilidades.

¿Se contempla que Atenas pueda no pagar nunca esa deuda?

Eso no se sabe. Hay un compromiso de que cuando se tenga todavía más confianza en que cuando sea capaz de hacer lo que le compete hacer se dé un paso más en la reestructuración de la deuda. No borrarla de un plumazo pero sí conceder todavía plazos más largos y mejores condiciones. Los acreedores, que son básicamente públicos porque hace mucho tiempo que un privado no financia a Grecia, no pueden borrar la deuda de la noche a la mañana. No es nada fácil porque se ha prestado mucho dinero. Hay que entender que si un país está muy endeudado es por algo. Y que si los acreedores miran para otro lado y le dicen a ese pae por devolverlo, que no se preocupe por devolverlo, todo el sistema financiero se cae. ades en recomponer la estructura social ís que se ha endeudado mucho que da igual, que no se preocupe por devolverlo, todo el sistema económico se cae.

Ahora que parece que el tablero está más tranquilo, que la eurozona crece, se vuelve a hablar del eje Francia-Alemania todo el mundo está a la expectativa con lo que va a hacer Macron. ¿Crees que logrará abrir el melón de las reformas en Francia? 

La victoria de Macron ha sido una fantástica noticia. Había un riesgo enorme, no solo para Francia, sino para el conjunto de Europa, de que Marine Le Pen ganase y demostrase que los planteamientos del populismo xenófobo podían triunfar en la Europa democrática. Y Macron ha puesto pie en pared. Es verdad que también ha tenido suerte porque se han ido borrando del mapa algunos de sus adversarios políticos, pero frente a Le Pen ha tenido una victoria espectacular.Yo confío en que esa esperanza se transforme en una lista de éxitos, no solo para Francia, sino para toda Europa. Es verdad que la clave está en el buen funcionamiento del eje franco alemán. Si el presidente de Francia se lleva bien con las instituciones europeas pero no tiene química y una relación eficaz con el canciller alemán, Europa no funciona, y viceversa. Si el eje franco alemán funciona pero es una relación que trata de marginar a las instituciones europeas no tendremos soluciones. Macron ha ganado las elecciones con un discurso pro europeo. Y desde Mitterrand un presidente francés no mantenía un discurso pro europeo tan claro, y yo confío en que vaya a mantener una reñación constructiva con las instituciones europeas. Las primeras noticias que nos llegan además es que hay buena química entre la previsible ganadora de las elecciones alemanas, Angela Merkel, y él. Pero yo he escuchado ya a unos cuantos responsables políticos alemanes desde la elección de Macron hasta hoy, tanto de la CDU como del SPD, que dicen que se llevan muy bien pero que ellos ahora tienen elecciones y que entretanto les gustaría que en Francia se produjesen algunas reformas. El primer test es la reforma del mercado de trabajo, después hay una del sistema de pensiones y entre medias hay que producir un proyecto de presupuesto para el año que viene que cumpla con el 3% del déficit.

¿No sería prioritario ahondar en la mutualización de los riesgos? 

Todavía no hemos digerido todas las consecuencias de la crisis, no solo las sociales ni las políticas. Hay que recomponer la confianza en el futuro y asentar el crecimiento sobre bases más sostenibles. Hoy vivimos una época en la que la eurozona crece prácticamente igual que EEUU y en términos per cápita más que Estados Unidos. Pero no es un crecimiento sobre bases sólidas. Si dentro de un año o año y medio los tipos de interés, que están insosteniblemente bajos, suben, habrá países que volverán a tener problemas con su servicio de la deuda, que pueden tener problemas serios en el coste de acceder al mercado… No podemos repetir la irresponsabilidad de las épocas de la burbuja, cuando el crecimiento nadie sabía de dónde venía pero lo consideraban como un dato. Ajustar las cuentas públicas es una condición necesaria. Solamente ajustando el déficit no se crece, pero hacerlo y sobre todo vigilar la evolución del endeudamiento público es crucial. El 100% de deuda sobre PIB no es sostenible: el día en que suban los costes de financiación volvemos otra vez a las andadas. No es un capricho de tres locos alemanes hablando con tres perversos funcionarios europeos: es una necesidad.

¿Descartarías la idea de eurobonos o algo que se le parezca?

Los eurobonos, en cuanto te vas a un espacio europeo, no nacional, es un término que se conjuga cada vez menos porque no se ve viable porque para que los países que más tienen que poder de su parte para emitir deuda en común con garantías mancomunadas y solidarias tienen que tener más confianza en que los países que van a compartir con ellos ese beneficio no solo prometen hacer sino que están haciendo para tener una economía ajustada, competitiva y que no vaya a dar problemas de nuevo. En cuanto desaparezcan los ‘free riders’ de la zona euro ese tipo de mutualización, tanto en emisión de deuda pública como en creación de fondos para la resolución de los bancos, o la aprobación final de un sistema común de garantía de depósitos, entonces serán posibles.

En el anterior Libro Blanco la UE puso al fin negro sobre blanco lo que era una realidad: la Europa a distintas velocidades. ¿Cómo se puede conjugar esto con que existan líneas rojas comunes? Estoy pensando en la deriva autoritaria de Hungría o de Polonia, que violan reglas europeas. 

Claramente están cruzando líneas rojas en materia de funcionamiento de sus instituciones democráticas, de protección de las minorías, etc. Si esos dos países fueran ahora candidatos al ingreso en la UE no cumplirían los requisitos, los llamados Criterios de Copenhague. Una vez dentro, curiosamente se pierde capacidad de actuación porque el sistema de expedientes de infracción muy débil y a los gobiernos de esos países no les preocupa demasiado. El otro extremo es el artículo 7 del Tratado de la Unión que por una mayoría muy cualificada del Consejo y del Parlamento se les priva de derechos a estos países. Pero eso es lo que se llama “la bomba nuclear”. Tiene un quorum tan elevado y las consecuencias son tan duras que no es imaginable que se vaya a poder utilizar. Y por el medio no hay un sistema creíble de presión-sanción. Ahora se está hablando de algo que sí es creíble: condicionar la percepción de recursos económicos. Y tanto Polonia como Hungría reciben una cantidad ingente de recursos del presupuesto europeo vía fondos de cohesión y fondos estructurales. A mí esa vía me parece que puede crear una presión convincente. 

Al hilo de la multa a Google, el éxito se le atribuye a la comisaria Vestager pero lo cierto es que la investigación la lanzaste tú al frente de Competencia. Y el dossier era más amplio entonces. ¿Nos hemos conformado con resolver solo una parte de los agravios? 

No hablo de lo que hace mi sucesora ni de casos que yo he abierto. La investigación de Google es extraordinariamente importante por el posible o posibles abusos de posición dominante, una infracción clave en el ámbito de la competencia. Es muy importante ver cómo las reglas de la competencia, que son básicamente las mismas desde el inicio de la integración europea y que son un instrumento muy importante en manos de la Comisión para asegurar el mercado interior y la eficiencia de nuestras economías, se puedan aplicar en la economía digital de manera similar a como se han venido aplicando con mucha eficacia en la economía analógica.

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