La economía de la longevidad

La economía de la longevidad

El aumento de la esperanza de vida obliga a repensar nuestros modelos sociales y económicos. El cambio será dramático y ya está provocando protestas ciudadanas.

En los países ricos, más de la mitad de los niños que hoy tienen cinco años alcanzarán los cien años de edad, según el Centro de Longevidad de Stanford (EE.UU.). Es un augurio excelente, pero una sociedad repleta de centenarios conlleva un gran número de desafíos y amenazas. ¿Cómo se amolda un mundo envejecido al hecho inevitable de que habrá que pagar pensiones a miles de millones de personas durante varias décadas? Lo resumen en Stanford: “La vida de los cien años ya está aquí y no estamos preparados”.

En el Foro Económico Mundial de Davos, el pasado mes de enero, se celebraron paneles de alto nivel acerca de lo que se ha bautizado como “economía de la longevidad”, aquella derivada del aumento de la esperanza de vida. Un punto central: si damos por sentado que viviremos más años, vamos a tener que ajustar ciertos objetivos vitales y trabajar más años, entre otros cambios.

En Francia, donde la esperanza de vida es de 82 años y donde se gasta el 14% del PIB en pensiones, un alud de huelgas y protestas han paralizado el país a cuenta de los intentos del gobierno francés de subir la edad mínima de jubilación desde los actuales 62 años a los 64 en el año 2030. “Debemos trabajar más años para dar a nuestros hijos un modelo social justo y duradero”, dijo el presidente Emmanuel Macron en su discurso de Año Nuevo. En enero, un millón de personas tomaron las calles a lo ancho del territorio con pancartas en las que se podían leer eslóganes como “jubilación antes de tener artritis”.

Y eso que Francia ni siquiera tiene la tasa de envejecimiento más alarmante. Italia encabeza la lista de países cuya población se reduce más rápidamente, y a la vez encabeza el gasto en pensiones en toda la OCDE: el 15,7% y subiendo. En España es el 12,7%. Es el fenómeno que se ha bautizado muy gráficamente como el tsunami plateado. Incluso China sufre su impacto. En los últimos días, se han producido dos grandes manifestaciones en Wuhan precisamente para protestar por un recorte de las ayudas a los jubilados, producido por la escasez de mano de obra joven para la pantagruélica maquinaria industrial china, lo que lastra el poder recaudatorio del país

Pero un mundo envejecido no solo implica amenazas. La economía de la longevidad generó un impacto directo, indirecto e inducido en nuestro país de 325.303 millones de euros de valor añadido en el PIB en 2019, lo que equivale al 26% del PIB en ese año. Así lo recoge el estudio Investigando la economía de la longevidad en España, elaborado por la consultora Oxford Economics en colaboración con la Universidad de Salamanca, En cuanto al empleo, una quinta parte estuvo relacionado con las actividades de la población mayor de 50 años. De hecho, este segmento de edad ayuda a mantener, con su gasto y la actividad generada en torno al mismo, alrededor de 4,4 millones de puestos de trabajo, de los que cerca de dos millones son empleos directos.

El músculo de la población mayor es evidente. El problema es que necesita un músculo equivalente entre los segmentos jóvenes para equilibrar la balanza de ingresos y gastos en la Seguridad Social, y esa balanza está claramente descompensada. El futuro es como un rascacielos robusto y reluciente representado por la población mayor, pero sostenido por unos cimientos endebles (caída de la natalidad) hechos con materiales de poca calidad (empleos y salarios precarios para los jóvenes).

“Entender la población mayor de 50 años como segmento de mercado atractivo, capaz de sustentar y de hacer crecer a la economía española gracias a su poder adquisitivo, es clave a la hora de hacer frente a esta nueva realidad demográfica”, sostiene en su informe Óscar González Benito, director de la Fundación General de la Universidad de Salamanca.

Entre los cambios vitales que se producirán en esa economía de la longevidad está repensar la misma estructura de nuestra existencia. La línea cronológica que nos lleva de la escuela al trabajo y después a la jubilación puede quedar deconstruida para ser rehecha como un rompecabezas. Vivir, por así decirlo, una vida no lineal. Una persona podrá decidir tal vez iniciar su carrera laboral a una edad temprana en un sector, reciclarse y volver a estudiar unos años más adelante, y quizá optar por retirarse más tarde del límite legal. Una especie de liberalización del ciclo vital que ha marcado a la humanidad en la era contemporánea.

Especializarse, actualizar conocimientos y reciclarse serán acciones fundamentales en esta larguísima vida laboral que espera a los que hoy son niños, y esta es una prioridad que deberán compartir empleados, empresas y gobiernos. Así lo afirma Lynda Gratton, profesora de gestión empresarial en la London Business School, en su ensayo La vida de los cien años: vivir y trabajar en la era de la longevidad (Bloomsbury Information, 2016). 

Lo que en el fondo Gratton nos traslada es que debemos de dejar de temer y rechazar cuanto antes la idea de trabajar hasta los 70 años o más, y empezar en cambio a pensar en lo estimulante de una vida laboral extensa dentro de un ciclo vital mucho más prolongado. Tener 70 años y poder adaptar el trabajo a las virtudes (y carencias) de esa edad es potencialmente enriquecedor, dice la autora. Es bueno para la sociedad y para la salud de nuestras economías.

En Davos, este mes de enero, en las conferencias sobre la economía de la longevidad, ya se trató con profusión este cambio de paradigma. Noura Barrouba, presidenta del Consejo Nacional de Organizaciones Juveniles de Suecia, subrayó que los entornos laborales deben reforzar los lazos entre empleados de distintas generaciones. “Si la gente vivirá vidas más largas, necesitamos asegurarnos de que la solidaridad intergeneracional está presente. Muchos jóvenes sienten que esa solidaridad va solamente en una dirección, de los jóvenes hacia los mayores”.

El periodista Philip Bump disecciona qué implicaciones tendrá el final de dominio mundial de los ‘babyboomers’ (los nacidos en los años 50 y 60) en el futuro en su ensayo Las secuelas: los últimos días del ‘baby boom’ y el futuro del poder en América (Viking, 2023, en inglés) Bump asegura que el adiós de los ‘babyboomers’ sacudirá por completo Estados Unidos, en un evento similar a la caída del Imperio Romano. Las conclusiones pueden extrapolarse al resto del mundo desarrollado. La duda, dice Bump, es si ese mundo será reemplazado por cenizas o, una vez más, la humanidad resurgirá como un ave fénix.

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