Cuando la parcialidad resulta más creíble

Nathan Robinson, editor de la revista Current Affairs, se preguntaba recientemente si tiene sentido que los medios se llamen a sí mismos imparciales. ¿Es posible ser puros y libres de todo pasado, compromiso o accionariado?

Para reforzar y reconstruir la confianza del público, insistía Robinson en una columna en The Guardian, lo primero es asumir que todos tenemos ciertos sesgos. Unas cadenas, igual que unos periodistas, estarán más situadas a la izquierda del espectro político y otras a la derecha. ¿Por qué no salir del armario de la pretendida neutralidad y revelar los sesgos, como cuando Bloomberg especifica los valores en los que invierte?

En una encuesta del Instituto Gallup del año pasado, tres cuartas partes de los entrevistados apuntaron que desconfiaban de los medios de comunicación porque estos estaban condicionados por uno u otro sesgo, sin revelarlo expresamente. En algunas ocasiones, porque no conviene. En otras, porque el sesgo funciona como un filtro previo del que a veces ni siquiera somos conscientes. Los propios participantes en esa encuesta de Gallup quizás estaban condicionados por el debate sobre las fake news.

Tendiendo puentes

A raíz de este debate sobre el sesgo han nacido iniciativas interesantes. En Estados Unidos, por ejemplo, el grupo Better Angels busca “devolver el civismo a la política” y reducir la polarización entre demócratas y republicanos. La brecha se ha acentuado durante la presidencia de Donald Trump, pero lleva vigente dos décadas (concretamente, desde 1994 ha aumentado de 15 a 36 puntos porcentuales, según el instituto de investigación Pew). Lo que hace Better Angels es organizar debates y talleres de un día con grupos reducidos de conservadores y liberales. No se ocultan las posiciones iniciales ni los apriorismos de cada cual, sino que se intenta entender la experiencia del otro y establecer bases de entendimiento.

Lo mismo hace la organización no gubernamental American Public Square: organiza debates sobre temas controvertidos para que las posiciones encontradas sumen, se escuchen y se respeten. Lo que le llega a los asistentes es lo contrario de lo que ven en muchos debates de televisión. En los próximos dos meses han programado un encuentro sobre el polémico oleoducto Keystone XL, objeto de una batalla ecologista y política, otro sobre el impacto del movimiento Me Too en los lugares de trabajo, y un tercero sobre vivienda.

“Un mundo sin sesgos no existe” es uno de los lemas de AllSides, plataforma que analiza, agrega y mide el escoramiento de los medios. Han creado un rating de sesgo mediático e invitan al usuario a realizar un cuestionario para descubrir el suyo.

Desde Foro de Foros pretendemos tender puentes y ser un punto de encuentro entre perspectivas, sin etiquetas ni exclusiones. Los sesgos quedan invitados al debate también.


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