El silencio es oro
Nos rodea una inercia perversa: notificaciones del teléfono, declaraciones que marcan cambios vertiginosos en la actualidad, estímulos que nos aportan poco, pero nos dispersan. Ruido. La palabra viene del latín rugĭtus, que significa rugido, bramido, sonido sordo. En un mundo cada vez más acelerado y estridente, librarse de ese exceso de sonido y de interpelación parece imposible.
Es un recurso tan escaso que se ha empaquetado como producto y tiene un mercado. En Finlandia, un país que no tiene precisamente fama de trepidante, se les ocurrió hace unos años el lema: “Hecho a mano en silencio finlandés” para venderse en el extranjero. En la página oficial de turismo uno de los lemas es: ¡Silencio, por favor! Prometen estancias libres de contaminación acústica para bajar los niveles de cortisol… y descubrir matices de la realidad que están tapados por el trasiego.
«¡Silencio, por favor!»
Los beneficios fisiológicos y psicológicos del silencio están documentados. La bióloga Imke Kirste, de la Universidad de Duke, hizo un descubrimiento fascinante en 2013: dos horas de silencio al día estimulaban el desarrollo celular en el hipocampo, la zona del cerebro ligada a la memoria. En marzo y abril, durante el confinamiento, unos investigadores de la Universidad de Michigan en colaboración con Apple estudiaron más de 500.000 mediciones de decibelios en Florida, Nueva York, California y Texas a través de dispositivos de los usuarios. Al compararlas con las de dos meses anteriores, se dieron cuenta de que la bajada de exposición al ruido había sido muy notable. Pretenden seguir el estudio para valorar el impacto en la salud pública.
Algo fecundo
Buscar el silencio, además de beneficios para la salud, nos aporta otras herramientas. Por ejemplo, relacionales. Para Cicerón el silencio era una de las grandes artes de conversación. Pablo d’Ors, el sacerdote que escribió la aclamada Biografía del silencio en 2012, asegura que el silencio es algo fecundo. En un mundo en el que todo se mueve, sentarse a meditar es una provocación. Según Schopenhauer, “la cantidad de ruido que cada cual puede soportar sin incomodarse está en relación inversa a su inteligencia y puede considerarse como una medida aproximada de sus facultades”.
«Los beneficios fisiológicos y psicológicos del silencio están documentados»
Muchos artistas, de manera literal o metafórica, han encontrado en el silencio o en el espacio negativo una expresión. Louis Armstrong siempre decía que las notas más importantes eran las que no tocaba. Auguste Rodin hablaba de la importancia de la piedra que había eliminado al esculpir. El ecologista acústico estadounidense Gordon Hempton, que ha pasado casi 40 años grabando los sonidos más extraños de la Tierra equipado con un sistema de micrófonos que replica la acústica humana, sostiene que el silencio no es la ausencia de algo, sino la presencia de todo.
¿Estamos dispuestos a disminuir el ruido y enfrentarnos al silencio?
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