Bruselas le ha dado un ultimátum a Airbnb que termina en agosto para que cumpla la normativa europea de consumidores. La plataforma, que este verano cumple diez años, ha modificado el mercado turístico global. Y tiene abiertas batallas con ciudades de medio mundo por distorsionar el mercado del alquiler.
Años antes del boom de Airbnb en Europa, la plataforma de alojamiento ya había arrasado en Nueva York. Hablar de Airbnb se asociaba a pisos bonitos a precio asequible, pero también a la gentrificación, la expulsión de las clases medias de sus barrios, primero en Manhattan… y después de Brooklyn, Queens e incluso el Bronx.
Muchas plataformas de vecinos y el fuerte lobby hotelero empezaron a hacer campaña en contra de lo que llamaban abuso de mercado disfrazado de economía colaborativa. Los alquileres en Nueva York han subido de media 380 dólares al mes por el efecto Airbnb, insisten. Las autoridades de la ciudad emprendieron una batalla legal que todavía dura. Muy pronto, los anfitriones de Airbnb tendrán que registrar sus pisos como alojamientos de alquiler.
La Gran Manzana no es el único frente abierto de la empresa: en París, los anfitriones solo pueden alquilar sus casas 120 días al año y en Ámsterdam pronto se reducirá a 30 días permitidos para alquilar. En Japón, los alojamientos Airbnb deben cumplir la misma normativa que los hoteles. En Santa Mónica, los propietarios deben residir en el piso al tiempo que sus huéspedes.
En España son dos los mayores focos de conflicto entre la plataforma y las autoridades locales: en Baleares, el gobierno balear le impuso en febrero una sanción de 300.000 euros por alojar publicidad de 20 viviendas en Mallorca sin licencia de arrendamiento vacacional. En Barcelona, la ciudad con más alojamientos en la plataforma según AirDNA, la sanción fue de 600.000 euros.
Bruselas empieza ahora, después de que Airbnb lleve 10 años operando, a implicarse. La Comisión y las asociaciones de consumidores le han pedido a la plataforma que cambie sus términos y conficiones antes de agosto, o se enfrentará a una multa. De momento, las autoridades comunitarias no tomarán más medidas.
“Es especialmente preocupante la falta de información respecto a los costes que supondrá el uso del servicio al usuario o la decisión unilateral de los términos del contrato. Sin embargo, deben ser los organismos nacionales los que adopten medidas al respecto”, explican Carlos Lacaci y Adriana Delgado, socios de Lacaci & Delgado Abogados.
Impacto
Airbnb, con sede en San Francisco, está presente en 34.000 ciudades del mundo, según datos de la propia empresa. Oferta tres millones de alojamientos en tiempo real. En una década ha conseguido cambiar el concepto de viaje y ampliar la oferta a usuarios que no habrían podido permitirse alojamientos tan grandes y céntricos a los precios de un hotel. Como tantas otras startups de desintermediación, ha permitido que millones de usuarios se sacasen un dinero extra ofreciendo algo que no estaban usando en ese momento. Pero la disrupción ha ido muy lejos, opinan las organizaciones de consumidores, expertos en sostenibilidad y ecologistas, sin olvidad al sector hotelero, que es un actor directamente perjudicado.
Desde Airbnb, que solo ofrece un correo de contacto en su web y en España responde a través de una agencia de comunicación, insisten en que su presencia no supone un impacto significativo en la disponibilidad de vivienda. Ofrecen varios ejemplos, entre otros el de Londres. “El Instituto de Investigación de Políticas Públicas ha afirmado que la crisis de vivienda en Londres es resultado de la falta de construcción de suficientes hogares”, y “el impacto del home sharing en la oferta de vivienda en Londres es actualmente insignificante. Airbnb ha implementado límites automáticos para los anfitriones en la ciudad londinense desde 2016 (no se puede alquilar por más de 90 días)”, explican.
Respecto a Baleares, “el número de personas que se alojaron con un anfitrión en Airbnb en Mallorca fue alrededor del 5% del total de turistas. Airbnb difícilmente puede ser el causante del turismo masivo”, sostiene la empresa. En Barcelona, donde el Ayuntamiento les ha ordenado retirar de su plataforma más de 3.500 alojamientos ilegales (acompañados de las correspondientes sanciones a los propietarios), apuntan a que han tomado medidas y a que existe una “flagrante falta de pisos en alquiler”.
El argumentario pasa por señalar el número de casas vacías o la falta de oferta de alquiler en las distintas ciudades. Airbnb no explica, sin embargo, por qué un muchos alojamientos que oferta son propiedad de empresas que llegan a alquilar más de un centenar de apartamentos a través de la plataforma. La tasa de ocupación es del 70% a una media diaria de 150 euros. No en vano dicen analistas como los de Morningstar que si Airbnb quisiera salir a Bolsa valdría entre 53.000 y 63.000 millones de dólares, más que cualquier hotel del mundo.
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