Fetichistas de la inmediatez

Fetichistas de la inmediatez

¿Estamos exagerando con las prisas? ¿Es realmente necesario optimizar los tiempos de espera, de entrega, de vida? ¿Hemos caído en la trampa de vender nuestra atención?

Queríamos empezar el año reflexionando sobre la trampa de la inmediatez y dimos con la última película del británico Ken LoachSorry we missed you. Loach, necesario, visceral, tendencioso, es un maestro capturando la conversación del momento, las preocupaciones, anhelos y frustraciones de la sociedad. 

El protagonista de su último filme es un padre de familia que no encuentra empleo y termina repartiendo paquetes para una conocida plataforma. La decadencia física y mental, por desgracia, es la de millones de personas en todo el mundo. Padecen una especie de fetichismo de la rapidez que cada vez va a más.

Hace unas semanas en los medios se anunciaba el acuerdo entre La Casa del Libro y la plataforma Glovo para garantizar las entregas en media hora. ¿Por qué deseamos recibir de inmediato objetos que quizá no consumiremos hasta dentro de unos días, incluso semanas o meses? Parece que lo importante es que no hayamos tenido que esperar por ellos.

Nuestra era abre un debate interesante en torno al tiempopor un lado, queremos exprimirlo al máximo. Los gurús de Silicon Valley exportan desde hace años conceptos como el de ayuno intermitente, que propone limitar la ingesta de calorías a un periodo de tiempo concreto durante el día y ayunar el resto. O el sueño polifásico, mediante el que se reducen las horas de descanso diario repartiendo a lo largo del día pequeños períodos de sueño. 

En esta moda por ser cada vez más eficiente, algunas personas toman nootrópicos, también conocidos como drogas inteligentes, potenciadores cognitivos que supuestamente ayudan a estar más concentrado y potenciar la memoria. Han proliferado técnicas de lectura veloz (speed reading), audiolibros para poder “ingerir” los contenidos más rápido o mientras se lleva a cabo otra actividad, como conducir o cocinar. Y hay quien defiende las ventajas del speed watching, ver películas y series a doble velocidad para terminar antes y poder abarcar más. Cuanta más estimulación recibimos, más deseamos. ¿Cuál es el límite?

«Hemos alimentado un engranaje potente y difícil de frenar»

Por otro lado, malgastamos horas pegados a nuestras pantallas, atendiendo a notificaciones que no nos aportan gran cosa, recibiendo infinidad de contenidos que se repiten y que saturan nuestros buzones de correo. Vale la pena consultar en nuestro teléfono las horas que lo hemos usado durante el día. La nomofobia (miedo a no llevar el móvil encima) y el llamado síndrome de las vibraciones fantasma (creer que está vibrando el teléfono cuando no es cierto) están a la orden del día. Y son esas interrupciones constantes las que en realidad merman nuestra productividad.

Nuestro cerebro no tiene espacio para aburrirse pero no hacer nada se percibe a veces como negativo. Como explica la psicóloga Sandi Mann, autora de El arte de saber aburrirse, es crucial concedernos momentos sin estimulación para enriquecer nuestras vidas. Mann subraya que en la era predigital el ocio exigía imaginación. ¿Y hoy?

El profesor de Columbia Tim Wu sostiene que, a fuerza de ceder nuestro tiempo a las miles de aplicaciones, pantallas y distracciones vanas, hemos alimentado un engranaje potente y difícil de frenar. “Hoy cada resquicio de nuestra atención puede ser blanco de la explotación comercial”, escribía en Comerciantes de atención. La lucha épica por entrar en nuestra cabeza (Capitán Swing, 2020).

No se puede deshacer lo andado, pero sí reflexionar sobre el uso del tiempo que tenemos. Wu propone lo que llama un proyecto de recuperación humana: “Si deseamos un futuro que evite la esclavitud del estado propagandístico, así como la narcosis de la cultura del consumo y el famoseo, primero tenemos que reconocer que nuestra atención es valiosa y decidir no desprendernos de ella a un coste tan bajo o de una manera tan irreflexiva como tantas veces hemos hecho (…) Recuperar así la titularidad de la mismísima experiencia de vivir”.

¿Por qué hemos comprado que el ajetreo y la sobrecarga son sinónimos de éxito? Feliz pausado y consciente 2021.


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