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Entre Vinos Conversamos _ Septiembre 2023: «El ChatGPT irrumpe en clase”
septiembre 26 @ 19:00 - 20:30


¿Dónde y Cuándo?
ALEDRA LEGAL
C/ Ayala, 11 – MADRID
26 de Septiembre, 2023
Buscamos mucho más la verdad que el “tener razón”, ampliando nuestras miradas con el entrenamiento de nuestros músculos de la verdadera escucha y la reflexión, imprescindibles para el recíproco entendimiento de quienes piensan de forma diferente a nosotros. Nada nos alegra más que conseguir salir de cada conversación enriquecidos con algún cambio en nuestra opinión.
Tras sedimentar las reflexiones y vivencias de nuestras conversaciones entre vinos del pasado curso, retomamos el ciclo con nuestra siguiente sesión que celebraremos el próximo día 27.
Una vez más, nuestro último Food For Thought, “El ChatGPT irrumpe en clase” nos sacude con fuerza con interrogantes que probablemente nadie puede todavía responder. La inteligencia artificial (IA) es ya una realidad y, a pesar de estar todavía en un estadio muy embrionario, son más que evidente las utilidades y funcionalidades que de ella se pueden extraer para múltiples ámbitos de nuestra vida individual y el funcionamiento de la sociedad. De una u otra forma, todo aquello que es verdaderamente útil acaba imponiéndose y por ello parece difícil pensar que el mundo pueda empeñarse en continuar con una forma tradicional de funcionamiento al margen de la IA prohibiendo o regulando ésta de forma que sus efectos no sean tan extraordinarios cómo puede preverse que serán.
En el post que comentaremos en nuestra próxima conversación, el análisis se centra en la conveniencia o no de su uso en la educación. Como cuestión previa convendría analizar si es viable o no impedir totalmente su uso y personalmente lo considero difícil pues ello supondría poner puertas a un campo tremendamente abierto y difícilmente controlable.
Pero entrando en la conveniencia o no de su uso en la educación, mi primera reacción me muestra la imposibilidad de responder sin antes hacer un ejercicio, en gran medida intuitivo, para vislumbrar como será el mundo con la nueva inteligencia artificial con su implantación más allá del ámbito educativo. ¿Somos capaces hoy de imaginarnos un mundo en el que se hayan implantado las buenas funcionalidades que se pueden vislumbrar de la aplicación de la inteligencia artificial en términos de capacidades, eficacia, productividad, rapidez de procesos etcétera? La respuesta no es fácil pues predecir el futuro es prácticamente imposible, pero sí creo que no se equivoca quien piensa que la IA puede provocar enormes cambios en nuestra sociedad.
Y ante ello debemos ajustar nuestros criterios para valorar su uso en la educación en función de lo que preveamos que vaya a ser el mundo en un futuro próximo pues, nos guste o no, no podemos educar a la gente para un mundo como ha sido hasta ahora. Debemos mirar hacia delante y por ello deberíamos de intentar acertar para diseñar modelos educativos con más o menos presencia o fomento de la inteligencia artificial para el mundo que tendremos cuando los estudiantes se encuentren de forma activa en la gestión y gobierno de la sociedad y la economía. Eduquemos por tanto para las necesidades del mundo futuro y no tanto para seguir en esquemas mentales del pasado.
¿Cómo será nuestra sociedad dentro de pocos años beneficiándose de las funcionalidades que una inteligencia artificial bien implantada pueda suponer para nuestra calidad de vida?, ¿qué debería de saber y aprender una persona para poderse desenvolver en ese mundo en el que las máquinas u ordenadores con su inteligencia artificial serán capaces de hacer las cosas mucho mejor que los humanos? ¿En que aspectos la IA no será tan buena en los entornos y dinámicas humanas y sociales?
Sospecho que, ante el carácter tan enormemente disruptivo de la IA, parece que la sociedad se niega a desapegarse de su tradicional visión de las cosas. Ello nos lleva a hacer análisis cargados de sesgos y resistencias que impiden miradas limpias, completas y en definitiva inteligentes. Son miradas que hacen difícil aceptar que la IA es una herramienta utilísima al servicio del hombre, como lo ha sido el martillo, el coche, la calculadora, los teléfonos, y por supuesto los ordenadores. Quizá la utilidad de la IA pueda suponer un salto cualitativo revolucionario como lo fue la bomba atómica respecto de las bombas tradicionales. Y como en el caso de la bomba atómica la maldad no está en la tecnología sino en el uso que se haga de ella. En definitiva, los miedos y la limitaciones nos llevan a confundir la naturaleza de los problemas asociados a la IA.
Aceptar una sociedad distinta, servida y beneficiada en múltiples aspectos por la IA, exige la valentía de enfrentar los verdaderos problemas que se derivarán de ella. ¿Cuánta gente se quedará sin actividad por ser sustituida por máquinas o robots? ¿Cuántos privilegios basados en el conocimiento acumulado, en títulos académicos, en posiciones adquiridas decaerán si dejamos que la sociedad en su conjunto se beneficie de verdad de la IA para su funcionamiento? ¿Somos capaces de imaginar un mundo en el que ser productivos ya no sea necesario (o valioso) porque los sistemas de producción y servicios son más eficaces con solo una mínima intervención de las personas? Y en ese contexto ¿no será más inteligente aprender a vivir entretenido o enriquecido con otros ámbitos del ser humano, sin pretender hacerse hueco en un sistema de producción en el que no somos necesarios?
Las respuestas no son fáciles, pero cualesquiera sean, volviendo a la educación para pronunciarnos sobre el uso en ella de la IA, deberemos vislumbrar de alguna manera un futuro distintito al de hoy y valorar que capacidades, conocimientos y competencias serán convenientes para desenvolverse material, emocional y espiritualmente en ese nuevo mundo que todavía no sabemos bien como será.
Pocas dudas tengo de que, sea como sea ese futuro, viviremos en una sociedad en la que saber de las utilidades y funcionalidades que la IA puede aportar en cualquier ámbito y saber beneficiarse de ella será una competencia tan importante como lo es hoy para cualquiera la soltura en el uso de las tecnologías no inteligentes, los teléfonos, PCs…..
Ampliemos nuestra mirada para nuestra próxima conversación y vengamos a ella atreviéndonos a salir de las concepciones y paradigmas con las que hoy vivimos pues solo ello nos permitirá aproximarnos más a comprender la realidad y la verdadera naturaleza de nuestros retos como sociedad. (Ver debajo extracto del libro La democracia de las emociones)
La primera necesidad: fábricas de actividad humana
¿Por qué sigue poniendo hoy la economía el foco principal de su contribución a la sociedad en la productividad y la eficiencia? ¿Qué es lo que buscamos con ello? ¿Qué pone y que quita hoy en el mundo la eficiencia productiva?
Sin duda ser productivos es un valor, pero ¿es un valor que hay que buscar a cualquier precio o sacrificando y aplastando muchos otros valores? Nuestra falta de perspectiva de las cosas nos tiene anclados en una inercia económica que nos hace luchar por la creación de riqueza material y crecimiento sin darnos cuenta de que lo que más escasea en nuestra sociedad es la actividad humana digna. La modernización de la producción y la tecnología aplicada a la gestión y coordinación de procesos nos lleva a una enorme productividad, pero a costa de dañar la cantidad y calidad de actividad humana digna. El número y calidad de los empleos se ven reducidos con la aplicación de la tecnología, la mejora de los procesos de producción y la automatización o robotización.
Es por ello por lo que el gran reto de la nueva economía espiritual es la creación de grandes fábricas de actividad humana. Se trata metafóricamente de promover ámbitos de empleo o actividad en las que los ciudadanos puedan desarrollar diariamente actividades que les hagan sentirse útiles y con sentido. Actividades que redunden en una contribución a nuestra sociedad, pero no solo por su aportación a la producción de bienes o servicios propios de la economía tradicional sino por llenar de sentido a quienes, sin esas fábricas de actividad, estarían ociosos con sensación de inútiles y viviendo de las llamadas ayudas mínimas vitales que solo sirven como ayuda para procurar la satisfacción de necesidades biológicas.
El trabajo y la actividad humana de todos los miembros de una sociedad supone una grandísima contribución al bienestar social, a su equilibrio y a dotar de sentido y utilidad a sus miembros. Más allá de ese sentido vital y de la generación de rentas la actividad comprometida regala a quienes la practican el privilegio del descanso de los fines de semana y de las vacaciones veraniegas. En definitiva, equilibra el esfuerzo con el descanso, ayuda a dar sentido a nuestra vida deteniendo nuestro mecanismo mental interno (wandering) por el que nos auto cuestionamos y que tan destructivo resulta cuando uno se siente inútil y tiene demasiado tiempo para pensar.
Los robots y la tecnología son mucho más eficientes y no hay que dejar de utilizarlos para continuar generando con eficiencia los bienes y servicios que necesitamos para seguir disfrutando de la vida. Pero en paralelo los nuevos empresarios o agentes sociales de un tipo u otro deberán trabajar en mantener y crear actividad humana para enriquecer la calidad de vida sentida y experimentada de las personas que forman la sociedad. Quien se enriquece creando nuevos modelos de negocio si destruyen empleo sin pensar en la digna recolocación de los empleados afectados no estará aportando verdadero progreso a la sociedad. Estará seguramente creando nuevas necesidades en los ciudadanos sin pensar en el daño que causa a los que se quedan en la cuneta y a la calidad de las relaciones y convivencia social en general.
Como ya hemos tratado, entre quienes quieren seguir pensado que todo sigue igual se dice mucho que la evolución socio-económica generará nuevos empleos que sustituirán a los que se destruyen. Pero ello es solo en parte la solución pues, en la medida en que el principal valor para sobrevivir en la jungla económica sea la productividad y la competitividad, los robots y la tecnología serán siempre más eficaces que las personas salvo en algunas contadas actividades, especialmente si, como parece, la inteligencia artificial y el mundo del machine learning progresan tan exitosamente como parece.
Por ello hoy la mayoría de los nuevos trabajos que van surgiendo son de muy baja calidad y muy mal pagados. Como factor también negativo, es fácil observar que muchos de esos nuevos trabajos nacen como mecanismo de supervivencia social, en forma de empleos tumorosos que lejos de contribuir al bienestar social se convierten en un mal necesario creado por quienes se ven en la necesidad de encontrar su hueco estableciendo nuevas burocracias, formalidades, reglamentaciones, inspecciones…etc que si bien crean empleo de forma creciente lo hacen a costa de tener que ser sufridas sus actividades por la ciudadanía en general. Me refiero a los empleos ya comentados en ámbitos de protección de datos, medidas anti-blanqueo de dinero, protocolos para la protección de los inversores y consumidores, servicios de seguridad anti okupas, compliance y una larga y creciente lista de actividades que se han convertido en necesarias para defenderse de lo que llamamos progreso. Y como expuse extensamente en la primera parte de este libro, en el seno de la sociedad las personas han creado su propia vía para la supervivencia a través de la confrontación que hoy constituye una de las mayores fuentes de actividad humana.
¿Es esto lo que queremos? ¿Es eso de verdad progreso? ¿Hay alguna diferencia entre producir bienes de forma eficiente y rentable contaminando el planeta (causando un daño) o hacerlo destruyendo tejidos de actividad humana que dignifican la vida de muchas personas causando también el correspondiente daño? ¿No sería además más amable que cuando llamas a una empresa para preguntar algo o resolver una incidencia fuera una persona quien responde en lugar de una estúpida máquina?
La cuestión sin duda no es fácil de resolver y su solución será cosa de todos, pero empecemos teniendo presente que el objetivo de una sociedad no puede ser la creación de más y más riqueza como fin en sí mismo y a cualquier precio sacrificando el auténtico y humano bienestar individual y de la comunidad social. Y, como parte de ello, démonos cuenta de que las fábricas que más escasean en el mundo son las de actividad humana para que más y más personas puedan acceder a actividades dignas y acopladas en vidas con sentido de sus ciudadanos. ¿De qué forma y en qué ámbitos podemos generar actividad humana para proporcionar dignidad y sentido a quienes las realizan y hacer una sociedad más amable para todos?
Hoy la sociedad sigue orientando la formación básicamente hacia la consecución o mejora de nuestra empleabilidad. Pero los conocimientos en el campo de las competencias profesionales son de validez efímera pues pronto se quedan obsoletos poniéndose de moda otras disciplinas o conocimientos. Además, en la medida en que la sociedad vaya haciendo a más y más personas innecesarias para una vida laboral digna ¿no tendría sentido empezar a complementar la educación de la población para abarcar también el cultivo del ocio y el tiempo libre, aficiones, arte, deporte, espiritualidad y cualesquiera otras actividades que entretengan, aquieten y procuren satisfacción a las personas? Y a los que sobren por innecesarios ¿no sería más adecuado cambiarles el nombre de beneficiarios de ayudas y subsidios para pasar a tener la consideración de dignas personas excedentarias que se benefician del sistema a cambio de no perturbar su buen funcionamiento? Ninguna respuesta es fácil pero la pregunta al menos nos enfrenta a la incoherencia de algunos de nuestros arraigados marcos mentales que nos impiden ver otras perspectivas.
Maestro de Ceremonias

Aledra Legal
C/ Ayala, 11 – Madrid
Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.
Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.
Detalles
- Fecha:
- septiembre 26
- Hora:
-
19:00 - 20:30