Cojan ustedes un folio y un bolígrafo y pónganse a escribir una carta, un pequeño informe o simplemente una nota con ciertas explicaciones para alguna finalidad que a usted se le ocurra para hacer un pequeño experimento.  Seguramente, ante ello, la mayoría de nosotros nos sentiremos particularmente extraños, volviendo a un pasado que, aunque es reciente, parecemos haber olvidado. Al menos nuestro cuerpo sentirá haber perdido la costumbre de hacerlo, pues es muy poco lo que hoy día escribimos a mano.

Con esta pequeña experiencia de escritura que sugiero hagamos todos los asistentes para preparar y reflexionar sobre nuestra próxima sesión de Entre Vinos Conversamos EVC que se celebrará el próximo 28 de mayo y en la que hablaremos sobre la manu-escritura, como tema tratado en el Food For Thought del pasado 11 de Marzo,2024 https://www.forodeforos.org/manuscribir/.

Además de la experiencia personal de cada uno, que sin duda será interesante compartir, contaremos en esta ocasión con alguien muy especial como experto en temas de habilidades lingüísticas  y lectoescritura.  Me refiero a Juan Antonio Núñez, director del departamento y coordinador del Centro de Escritura de la Universidad Autónoma de Madrid.

Juan Antonio, que se convertirá en un conversador más, aportará, sin duda, su privilegiado conocimiento en esta materia que podremos contrastar con los distintos conocimientos y creencias personales que cada uno tenga en relación con la gravedad o no de la pérdida de la escritura a mano y la caligrafía en nuestra sociedad. ¿Es esa pérdida realmente preocupante o es algo que puede superarse, como ha ocurrido cuando hemos dejado de aprender múltiples tareas a lo largo de nuestra historia al vernos apoyados o complementados por soluciones y herramientas propias del progreso?

Como experiencia propia, puedo decir que lo que ocurre en mi cabeza y en mi cuerpo cuando escribo en un teclado es radicalmente diferente de lo que pasa cuando lo hago con un bolígrafo en un folio. De hecho, escribir a mano es algo que poquísimas veces hago, pero que cada vez que lo practico me coloca en una especial situación de concentración, serenidad, pausa y con un sentido masaje interno de ideas para su canalización a través de mi brazo y de mi mano para articular palabras concretas. De hecho, mi reacción inicial con el bolígrafo es que mi brazo tienda nerviosamente a escribir muy rápido hasta que le instruyo que se detenga para pasar a cuidar la caligrafía regalándome ello una especial quietud y luz interna para construir ideas y mensajes y plasmarlos en el papel. Es seguro que las conexiones neuronales que se producen en mi cerebro son muy distintas a las que ocurren con la escritura en un teclado y también estoy convencido de que  Juan Antonio nos dará algunas explicaciones poniendo algo de luz en el tema.

Esa forma especial de construir ideas en nuestra cabeza con la manu-escritura y el hecho de utilizar las manos para dibujar o crear algo a través de la caligrafía exigen la fijación de la atención en una actividad física de nuestras extremidades, que seguramente nos aterriza sobre el papel de una forma diferente a lo que ocurre cuando escribimos en un ordenador. Se trata por tanto de un trabajo con las manos que sin duda aporta algo diferencial respecto de las actividades mecanizadas o digitalizadas. Actualmente, cuando hacemos  algún trabajo con las manos, el ejercicio de articular sus movimientos nos absorbe y retiene nuestra atención enfocando nuestra actividad física hacia el cometido o tarea que estamos realizando. Ello nos lleva, en ocasiones, a fluir cuando esa atención demandada es exigente, como podría ser en la construcción de manualidades, maquetas, etc. Y en otras tareas de menor complejidad o exigencia el trabajo con las manos nos permite abstraernos manteniendo la mente en otras cosas, pero sintiendo el gusto por realizar tareas cuyos resultados son observables de forma clara. Me refiero a cosas tan simples y vulgares como la actividad de fregar platos o barrer suelos que a algunos como yo nos produce una verdadera satisfacción.

Aunque poco tiene que ver fregar platos con la manu-escritura, tengo el convencimiento de que en algo si comparten la importancia de rescatar nuestras capacidades y destrezas físicas y manuales con exigencia de mayor o menor nivel, pero estimulando siempre otras conexiones neuronales y experiencias, quizá hoy abandonadas por un exceso de actividades automatizadas y por el uso permanente de máquinas o aparatos para casi todas nuestras actividades.

Sugiero, por tanto, convertir nuestra próxima conversación, como hemos hecho en alguna otra ocasión, en un pequeño laboratorio para compartir lo experimentado en nuestros ejercicios previos de escritura manual, todo ello con el aderezo de una voz como la de Jose Antonio tan experta en estas cuestiones.

Todos, entonces, a manu-escribir y nos vemos pronto.