Mientras se temía el éxito de la extrema derecha, arrasaron los verdes. Su éxito en las últimas elecciones europeas da muchas pistas sobre el rumbo de la política comunitaria en los próximos años.
Die Grünen fue la segunda fuerza política más votada en Alemania el pasado 26M, solo por detrás de la CDU de Angela Merkel. No existían en 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones comunitarias. Y hoy más del 20 por ciento de los ciudadanos los prefieren a los tradicionales Volksparteien, los partidos del pueblo (SPD y CDU). En Finlandia el ecologismo se ha llevado el 16 por ciento de los votos. En Irlanda, el Green Party ha obtenido el 15 por ciento. En Francia, Europe Ecologie-Les Verts (EELV) obtuvo el 13,5%. De media, un 9,5 por ciento en Europa. Muchos de los votantes de estas fuerzas son jóvenes que no habían votado nunca. La política, más que en izquierda-derecha, hoy se articula en torno a otros ejes: este-oeste, rural-urbano, o antiguo-nuevo.
En el próximo Parlamento Europeo, el grupo de Los Verdes-Alianza Libre Europea (ALE) tendrán más de 70 diputados, serán la cuarta fuerza. Podrán aprovecharse de la debilidad de los conservadores y socialdemócratas para obtener vicepresidencias en el Hemiciclo. Tienen mucha experiencia negociando en Estrasburgo y en Bruselas y han sido claves en la aprobación de legislación como la protección de los denunciantes o whistleblowers.
Terry Reintke, eurodiputado alemán de los verdes, subrayaba tras el 26 de mayo que se sienten con más poder para exigir. “Las dinámicas a partir de ahora van a ser muy diferentes”, declaraba a la prensa. En su lista de promesas está un Green New Deal para crear empleo a través de inversión sostenible, pasar a depender en un 100% de las energías renovables y enfocar toda la agricultura hacia prácticas sostenibles.
División geográfica
La crisis de los partidos socialdemócratas en Alemania y Francia ha abierto una ventana de oportunidad para los verdes. Pero en otras zonas geográficas de Europa, sin embargo, el espacio ecologista está ocupado. En España y Portugal los socialistas no han perdido fuelle, al contrario. En Europa central y oriental, tienen más peso otras corrientes, partidos radicales como el Pirata. A eso se le añade la dificultad de cohesión, ya que en algunos países el movimiento verde está muy fragmentado y eso daña su representación parlamentaria.
¿Veremos un comisario ecologista? Eso dependerá de su presencia en los gobiernos, por ejemplo en Suecia o Luxemburgo. Para transformar realmente las políticas europeas se necesita músculo nacional. Como todo el mundo sabe en Bruselas, en Europa el poder real sigue en manos de los estados miembros.
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