Color: de lo científico y lo poético
Esta semana Internet se ha llenado de referencias al llamado Blue Monday. El tercer lunes de enero, sin ninguna base científica calificado como el día más triste del año, ha caído en medio de una pandemia y de los efectos de una tormenta devastadora, y eso ha agitado la Red. El propio ideólogo del Blue Monday, el psicólogo Cliff Arnall, ha reconocido que solo pretendían hacer una campaña de marketing, pero nada tiene más tirón en Twitter que las efemérides y los sentimientos colectivos.
En este Food for Thought queremos reflexionar -con algo más de base- sobre el color. Porque, si bien no en una fecha concreta, es un conductor poderoso de emociones y pensamientos. Como escribe el historiador francés Michel Pastoureau, autor de Los colores de nuestros recuerdos (Periférica, 2017), “Si queremos comprender qué es actualmente el color, debemos preguntarnos no solo cómo funciona, sino también cuáles son las ideas que la humanidad se ha formado de él”.
Cuando en 1664 Isaac Newton compró un par de prismas en una feria rural de Cambridge, no se imaginaba que sus experimentos sobre el origen de la luz iban a revolucionar la ciencia. Hasta entonces se pensaba que la luz blanca del Sol era pura y que los colores constituían una modificación de esa luz, pero él descubrió que se componía de una serie de rayos de colores primarios que se unen. Newton abrió la puerta al láser y a la holografía e inspiró incluso portadas míticas de la historia del rock como The Dark side of the moon de Pink Floyd.
«Debemos peguntarnos cuáles de las ideas de la humanidad se han formado a través del color»
En 1810 Goethe publicó su Teoría de los colores, que rompía con las teorías ópticas de Newton y con el reduccionismo científico. Sentó las bases de la psicología del color, poniendo en primer plano la percepción humana, y su influencia se extendió al mundo del arte. La fascinación por el color llevó a Rimbaud a escribir el soneto más famoso dedicado a los colores de las vocales: “A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul: vocales, diré algún día vuestros latentes nacimientos…” Para el filósofo Claude Romano, a través de la sinestesia este texto permite ver hasta qué punto nuestros sentidos se comunican entre sí. Es decir, cómo el color es una parte crucial de nuestra relación con el mundo.
El color es el alimento básico de los pintores, y algunos lo han sublimado: las obras de Picasso, Warhol, Mondrian, Chagall, Kusama, Hockney, Gauguin se reconocen solo con ver su uso de la paleta. Georgia O’Keeffe contaba que al pisar el suroeste de Estados Unidos se sintió arrebatada por sus colores, vivos y salvajes como nunca los había sentido. Fue incapaz de describirlos, solo pudo pintarlos.
Blue
Como dice la artista española Valeria Palmeiro, conocida como Coco Dávez, “el color es un lenguaje que da mucha información”. Azul, que en inglés se dice igual que triste, es el color de la distancia y el del deseo, apunta Rebeca Solnit en Una guía sobre el arte de perderse (Capitán Swing, 2020). La intelectual norteamericana examinó el azul como enlace entre lo científico y lo poético: “El mundo es azul en sus bordes y en sus profundidades. Este azul es la luz que se perdió.
La luz en el extremo azul del espectro no recorre toda la distancia desde el sol hasta nosotros. Se dispersa entre las moléculas del aire, se esparce en el agua. El agua es incolora, el agua poco profunda parece ser del color de lo que se encuentre debajo, pero el agua profunda está llena de esta luz dispersa, cuanto más pura es el agua, más profundo es el azul. El cielo es azul por la misma razón, pero el azul en el horizonte, el azul de la tierra que parece disolverse en el cielo, es un azul más profundo, soñador y melancólico”.
«El color es una herramienta esencial para interpretar la vida»
El color es una herramienta esencial para interpretar la vida. Ocho años pasó Riccardo Falcinelli, diseñador gráfico y profesor de Psicología de la percepción, trabajando en Cromorama: cómo el color transforma nuestra visión del mundo (Taurus, 2019). El éxito de este ensayo reside en alumbrar todos aquellos rincones cotidianos que nos pasan inadvertidos. Más allá de la ciencia y el arte, el color está en la cultura, en el diseño, en la publicidad. Facinelli explica por qué Paul Klee no utilizó el verde en sus cuadros, y sin embargo este color abunda en las películas de Hitchcock.
O por qué los fabricantes del mítico pegamento Pritt concibieron el cilindro rojo porque se inspiraron en una barra de labios. Y cómo es posible que cuando pensemos en un lápiz, automáticamente nos lo imaginemos amarillo.
La industrialización, la irrupción de lo digital, van de la mano de aquel haz de luz que fascinó a Newton. De todo lo que hoy nos hace sentir cada gama cromática, independientemente de la fecha.
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