Entre Vinos Conversamos: septiembre 2023

Celebramos el pasado martes 26 de Septiembre, 2023  nuestra primera sesión de EVC (Entre Vinos Conversamos)  de esta temporada, llevándolo a cabo en las estupendas instalaciones de ALEDRA LEGAL, en la C/ Ayala y a quienes agradecemos mucho, ya que ha sido un salto cualitativo importante.

Al igual que ocurre cada vez que se habla sobre inteligencia artificial IA en general, tratar el  tema de su uso en la educación nos sumió en un mar de desconcierto. La incertidumbre respecto de cómo será la sociedad en el futuro en función de la mayor o menor implantación de inteligencia artificial en ámbitos múltiples se mostró de forma unánime en nuestra conversación.   Ese futuro, que todavía es incierto, es el que debería determinar la conveniencia de educar para el desarrollo de unas u otras habilidades y competencias.  Pero la dificultad de predecir la evolución de la sociedad ante revoluciones como la de la IA hace muy difícil y atrevido llegar a conclusiones.  ¿Seguirá siendo necesario en el futuro para los jóvenes que ahora se están educando tener ciertos conocimientos o saber hacer ciertas cosas que hasta ahora han resultado útiles o convenientes?  La respuesta es difícil, pero seguramente, cuando se inventó la cerilla, fue duro para los mayores ver como sus hijos dejaban de aprender a hacer fuego.

A pesar de ello, la conversación resultó sumamente interesante para mostrar las inquietudes de unos y otros ante la IA que, aun siendo un fenómeno todavía jovencísimo, ha despertado un tremendo temor en muchas personas. Aparcando esas preocupaciones generales, poco a poco conseguimos ir centrando la conversación poniendo el foco en valorar la conveniencia o no de permitir el uso de la IA en la educación, tratando de definir para qué tipo de usos podría ser bueno o irremediable su uso.

No resultó posible predecir cuáles serán esas habilidades y competencias requeridas en el futuro para lidiar con un mundo supuestamente infestado de IA, pero sí hubo reiteradas referencias a la importancia de trabajar y desarrollar en las personas la capacidad de reflexión el pensamiento crítico, la capacidad de hacer preguntas, el auto cuestionamiento y, desde luego, el desarrollo de nuestras habilidades y competencias emocionales, incrementando nuestros niveles de consciencia.  En definitiva, en la medida en que la IA sea capaz de resolver de forma más efectiva que las personas muchos de nuestros problemas y necesidades, la educación debería dar peso al desarrollo de las virtudes y la sabiduría humanas, entre otras razones, para poder defendernos de la propia IA y hacer frente a ese extendido temor a ser controlados, manipulados y dominados por quienes disponen de nuestros datos.  

Parece que volver a los planteamientos de la escuela de Aristóteles y del método socrático podría ser un enfoque adecuado si bien es cierto que, posiblemente, en tanto en cuanto el mundo empresarial no valore y reconozca tales competencias, la educación seguirá buscando el desarrollo de conocimientos y prácticas para la empleabilidad de quien se educa.  ¿Es ello un enfoque adecuado en un mundo que parece que tiende cada vez más a automatizar y hacer innecesarias a las personas en las cadenas de producción y de prestación de servicios?  Parece que los arraigados paradigmas con los que hemos vivido durante miles de años pueden estar obsoletos.

Algunas experiencias concretas narradas por los participantes mostraron marcadas virtudes de la aplicación de la inteligencia artificial en la educación, identificándose ejemplos concretos en los que el apoyo en herramientas de IA ya ha permitido desarrollar y alcanzar, de forma más rápida y acertada, niveles superiores de formación o competencia en personas en general y también en casos de personas con capacidades especiales como los autistas. Ello nos muestra la importancia de no perder nunca la adecuada mirada a la IA, concibiéndola como una irrenunciable herramienta que debe estar siempre al servicio del ser humano, sin confundirla con un fin en sí misma o en un monstruo que nos someta.

Sí hubiera que sacar una conclusión o reflexión final sobre lo aprendido en nuestra sesión, podría decirse que no podemos despreciar el uso de la IA como herramienta educativa, si bien su uso debería hacerse de forma integrada en una visión general para educar personas para el futuro liberándonos de paradigmas educativos obsoletos ante la ineludible realidad del progreso que exige el necesario desarrollo de las personas en sus aspectos más estrictamente humanos. Una humanidad que necesariamente debe respetar y valorar sus distintas dimensiones, promoviendo una consciencia incrementada que nos permita vivir y considerar a la persona como un todo integrando en su mente la razón, la emoción, los sentimientos y el espíritu o trascendencia.