El pasado 9 de junio de 2016, Foro de Foros organizó la Conversación Intergeneracional “Kike Sarasola – Economía Colaborativa: presente y futuro».
¿Pueden las empresas y los ciudadanos europeos aprovechar todo el potencial que ofrece la economia colaborativa (EC)? Pese a las trabas administrativas que suelen imponérsele, la EC ha venido para quedarse. En el caso de España, según la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia, la EC generó cerca de 2.580 millones de euros en 2013. Se trata, por consiguiente, de una cuestión a la que las instituciones han de proporcionar adecuada respuesta.
Para que puedas forjarte tu propio criterio y conocer la mayor cantidad de puntos de vista sobre este tema, hemos recopilado lo más interesante de la sesión.
Manuel Rodriguez Casanueva
El término “Economía Colaborativa” proviene de la expresión “Sharing Economy”, divulgado separadamente tanto por la emprendedora Lisa Gansky,como por la experta en pensamiento global Rachel Bootsman, ambas norteamericanas, junto al empresario británicoRoo Rogers hacia 2010. La economía colaborativa se define como la interacción entre dos o más sujetos, a través de medios digitalizados o no, que satisface una necesidad real o potencial a una o más personas. La economía colaborativa, por tanto, es un cajón de sastre donde coexisten actividades de distinto tipo, con una característica común: todas las iniciativas están basadas en las tecnologías de la información y la comunicación, las cuales permiten la creación de redes sociales y portales en la red, donde se pueden realizar interacciones entre individuos de forma masiva.
La sesión empezó de forma espontánea, sin un guion establecido, y donde Sarasola explicó cómo nacieron las empresas que actualmente lidera. Su vinculación al mundo de la hípica, durante sus años de juventud, le permitieron viajar, y eso implicaba pasarse el ochenta por ciento del año en hoteles alrededor del mundo. Viendo que nunca podía encontrar un hotel acogedor, bien localizado y a un precio asequible, decidió, en vez de quedarse con los brazos cruzados, crear aquel servicio que él no había conseguido encontrar en muchos años. Los participantes en la Conversación Intergeneracional pudieron extraer dos conclusiones de esta experiencia: viajar te permite abrir tu mente, ser creativo; y al mismo tiempo, te permite entender las necesidades de miles de personas y encontrar oportunidades. La oportunidad de Sarasola fue ofrecer alojamientos turísticos con la idea en mente de ir a visitar, en las principales capitales del mundo, a un amigo. Su visión y rapidez para crear un nuevo concepto hotelero ha molestado a aquellos que se encontraban bien posicionados en un sector históricamente entendido como tradicional. Mientras unos le criticaban, Kike Sarasola creaba y seguía adelante. Que haya competencia en economía es algo sano, permite generar un bienestar más elevado al consumidor y obliga a que las empresas menos eficientes en el mercado tengan que innovar, entender las nuevas necesidades y costumbres de los consumidores, o bien tengan que desaparecer.
Uno de los temas en los cuales se hizo hincapié durante la sesión fue la regulación del sector colaborativo. El ser humano tiende a actuar de forma contraria cuando encuentra algo prohibido – ¿por qué se prohíbe algo si aún no se ha probado? – y parece que prohibir espante; pero en economía, y más en los tiempos en los que vivimos, las empresas deben probar nuevas acciones y, sobre todo, equivocarse. Equivocarse para aprender y mejorar sus productos o servicios. El problema de esta estrategia de “prueba y error” es que las empresas tengan los suficientes recursos para desarrollarla, aunque no todas pueden permitírselo. Viendo el poderío de los nuevos líderes a nivel empresarial, aquellas empresas más tradicionales están agrupándose para intentar crear sinergias e intentar competir con aquellos que les han ganado terreno en menos tiempo de lo que se habían imaginado. Hay que entender que la economía tradicional y la economía colaborativa no son antagónicas, y ambas pueden ir, perfectamente, de la mano. Multitud de empresas nuevas destacan por su tecnología pero carecen de un toque humano en los servicios que ofrecen; un toque que es muy preciado por los consumidores y que permite ver como ambas economías pueden ayudarse mutuamente.
La innovación es el elemento más importante de progreso ya que permite la mejora constante. Hay que entender que la tecnología es solo una palanca para mejorar los productos y procesos de forma más rápida pero lo realmente importante es el valor añadido que se le proporciona al cliente. Herramientas como “Big Data” o la Inteligencia Artificial van a ser el futuro de un mundo donde todos los consumidores estarán expuestos a una publicidad personalizada, y esto permitirá a las empresas ser más eficientes en el momento de comercializar sus productos o servicios.
En conclusión, la economía colaborativa plantea muchos nuevos horizontes, muchas puertas por abrir y numerosas oportunidades que explotar. Estas oportunidades siempre han estado allí, y no se han originado hasta ahora, cuando hemos quizás cambiado de mentalidad. ¿Cuántos de nosotros cogemos el coche por la mañana y no volvemos hasta al cabo de, mínimo, diez horas? ¿Por qué no podemos rentabilizar una propiedad alquilando nuestra plaza de garaje el tiempo que estamos fuera? El garaje estaría en uso constante y siempre habría un consumidor satisfecho.
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