El ser humano en busca de sentido

El ser humano busca darle sentido a las cosas, a lo que está viendo y a lo que está viviendo. La Psicología de la Gestalt nos mostró, hace muchos años, la tendencia a “completar imágenes parciales” imaginando figuras desde unos trazos concretos; la teoría de las revoluciones científicas nos enseñó cómo  el ser humano trata de acercarse a la realidad construyendo teorías que, tarde o temprano, tiene que modificar; la narrativa aplicada a la historia-personalidad de grupos y personas nos indica la búsqueda de “hilos conductores” en forma de historia para dar sentido a la propia vida, a la sociedad o a las costumbres culturales.

Esa estructura búsqueda de sentido, de narrativas o de “completez”, está inscrita en el ADN del ser humano. ¿Y si nos preguntamos más ampliamente por el sentido del ser humano, de la humanidad de lo que vemos como existente, de nuestra propia? ¿Puede el ser humano, por sí mismo, dar respuesta a sus preguntas de sentido? ¿En dónde encuentra el ser humano su verdadera felicidad? ¿Será que el hombre es una “pasión inútil?

¿Pueden las religiones responder a esta ansia de sentido? ¿Es una especie de proyección de nuestras necesidades y, por lo tanto, el silencio está vacío, “no hay nadie al otro lado”? ¿Cómo responde el cristianismo a esta pregunta de sentido?