Una vida para aprender
Pocos conceptos han evolucionado tanto en los últimos años como el aprendizaje. Es un elemento fundamental en nuestras vidas, y sin embargo durante milenios ha sido una actividad circunscrita a la niñez y la juventud. Uno recibe una educación y unas herramientas vitales en sus primeros años de vida, y luego echa mano de ellas hasta el final de sus días. No hay que remontarse demasiado atrás en el tiempo para comprobarlo. Todos recordamos las tres grandes etapas en que se divide la vida: estudio (0- 25 años), trabajo (25- 65 años) y jubilación (después de los 65). Pues bien, este paradigma ha quedado obsoleto. Tenemos toda una vida para aprender.
El aprendizaje, entendido en su sentido más amplio, ha experimentado una enorme progresión en lo que llevamos de siglo. Espoleado, en buena medida, por la irrupción de la tecnología en nuestra realidad cotidiana. Porque tal como apunta la UNESCO, “en el mundo actual de rápidos avances tecnológicos, inteligencia artificial generativa, volatilidad del mercado laboral, cambio climático y transición demográfica, aprender a lo largo de la vida es más importante que nunca”. Es lo que se ha venido a llamar lifelong learning o “aprendizaje continuo”, un concepto que la UNESCO lleva promocionando desde hace más de dos décadas. Es más, el ente mundial de referencia en educación sostiene que enfrentar los desafíos del siglo XXI y forjar un futuro sostenible para la sociedad democrática «requiere valorar el lifelong learning como un nuevo derecho humano».
Tal importancia le da la UNESCO que incluso ha creado un Instituto para el Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida (UIL). Su objetivo es potenciar entre sus estados miembros el desarrollo de ecosistemas de aprendizaje que funcionen a lo largo de la vida. Ya no se trata de equiparse con la mejor mochila formativa durante la juventud, pues por mucho que la llenemos a los 25 años, esta ya no será suficiente para afrontar toda una vida, ni en el mundo laboral ni en nuestra participación plena en la sociedad. El objetivo, o mejor dicho la necesidad, es disponer de ecosistemas de aprendizaje a medida que vamos cumpliendo años, desde la primera juventud hasta la tercera edad. En eso insiste la UNESCO a los países. Y no menos importante: que los individuos comprendan que aprender y reaprender lo ya sabido a lo largo de la vida es fundamental.
Ya lo dijo en los años 70 el divulgador estadounidense Alvin Tofler: “Los analfabetos del siglo XXI no serán quienes no sepan leer o escribir, sino los que no sean capaces de aprender, desaprender y reaprender». En el Foro Económico Mundial (FEM) que se celebra en Davos afirmó en su más reciente informe bianual Future for Jobs, en el que describe las tendencias del trabajo en el mundo, que el “aprendizaje activo” será una de las tres habilidades más demandadas para el 2025, destacando la relevancia de desarrollar estrategias para aprender de forma proactiva. Según el FEM, en los próximos cinco años se crearán globalmente 150 millones de nuevos puestos de trabajo en tecnología, y en 2030 las competencias digitales serán un requisito en el 77% de las ofertas laborales. Pero también destaca que “la resolución de problemas, la cooperación y la adaptabilidad son las tres habilidades fundamentales que la educación debe impartir a los estudiantes”
Es lo que el Foro de Davos llama “Educación 4.0”, una experiencia inclusiva a lo largo de toda la vida, en la que el estudiante tiene la responsabilidad de desarrollar sus capacidades, mientras que profesores y mentores actúan como facilitadores. Es justo la desconexión entre los contenidos que entrega el sistema educacional actual, particularmente en el nivel superior, y la demanda por conocimientos y aptitudes del mercado laboral, lo que representa uno de los desafíos más importantes de las economías modernas, dicen desde Davos.
Según el Ministerio de Educación, en España hay unos 200.000 alumnos en centros de educación de adultos. Un 10% de ellos tiene más de 64 años y la mayoría son mujeres. A esto se suman las formaciones que imparten las empresas a sus profesionales para que adquieran, o mejoren, sus habilidades, y cuyos participantes se cuentan por cientos de miles. Precisamente esta semana que se ha celebrado el Día Internacional de la Educación, reivindicar el aprendizaje continuo es prioritario para garantizar una sociedad próspera e igualitaria, algo que la irrupción de la tecnología ha puesto en serio peligro.
“Este es un reto para la sociedad en general, tanto en el ámbito universitario, empresarial, como en el personal”, afirma Oswaldo Lorenzo, profesor de gestión empresarial, en la red social Linkedin. Lorenzo subraya que las organizaciones demandan nuevas habilidades que no se consiguen fácilmente en el mercado laboral: aprendizaje activo, creatividad, solución de problemas, entre otras. Afirma que la tasa de cambio de los avances tecnológicos «es un verdadero reto para las organizaciones, las universidades y los centros de formación, y que el cambio acelerado del ‘conocimiento requerido’ pone en jaque a los modelos educativos actuales».
Por desgracia, el mundo se mueve a paso de elefante ante estos cambios profundos. Los gobiernos del mundo invierten una media del 13,4% de su gasto en educación, según datos de la UNESCO. Una cifra muy modesta, estancada en el tiempo, que no está logrando transformarse a la misma velocidad de los avances tecnológicos que marcan el paso de nuestros entornos laborales y sociales.
Súmate a Foro de Foros
Educational Pitch de Foro de Foros
Nuestro principal objetivo es dotar de conocimiento a la sociedad civil siendo puente para el diálogo
¿Quieres aportar a nuestra continua #Conversación?
¡Comparte tu reflexión en Ágora! Pincha aquí y expresa tu interés en contestar a este tema.
Ágora es el espacio de Foro de Foros para compartir, dialogar, aprender y dar continuidad a las conversaciones de FdF. Su objetivo es servir de altavoz a las ideas de los miembros de FdF, donde personas como tú pueden expresar sus inquietudes, ideas y reflexiones.
Deja tu respuesta. Esperamos tu aportación