La niña y el planeta

Ni los vídeos de islas de plástico flotando en el océano ni siquiera el pianista Ludovico Einaudi tocando en el Ártico para concienciar sobre el peligroso deshielo de los Polos. Lo que más tracción ha generado contra el cambio climático en los últimos años son los rapapolvos de una niña sueca a los políticos occidentales.

Greta Thunberg tiene 16 años y se define como “activista contra el cambio climático con síndrome de Asperger”. Su determinación se concentra en menos de metro y medio. El pasado mes de agosto, cuando arrancaba el curso escolar en Suecia, decidió hacer huelga cada viernes delante del Parlamento de su país para concienciar sobre la destrucción del planeta. En seis meses se ha convertido en una estrella: ha impartido una charla TED, participó en la Cumbre de Polonia sobre el clima, en el Foro de Davos, ha hablado ante la Comisión Europea y se ha reunido con Macron en el Elíseo.

El fenómeno Thunberg no tiene detrás una agencia de comunicación ni una gran estructura. Su mensaje va al grano: los jóvenes exigen explicaciones a sus mayores por el planeta enfermo que han heredado. Es un dardo directo a la deuda entre generaciones. «No quiero que tengáis esperanza. Quiero que entréis en pánico, que sintáis el miedo que yo siento cada día. Y después quiero que actuéis», le espetó la joven a los asistentes al Foro Mundial, o: «Hemos empezado a arreglar vuestro estropicio y no pararemos hasta acabar», como le dijo al presidente de la Comisión Europea.

Inspirándose en Greta, unos 100.000 adolescentes en Europa, América, Australia y África están organizando huelgas los viernes y manifestaciones. La semana pasada llegaron a Madrid. Los llamados Fridays For Future se han hecho virales gracias a un buen posicionamiento en redes sociales, usando los hashtags #ClimateAction o incluso el #WhateveritTakes, que hasta ahora se empleaba para citar al presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, cuando salió en defensa del euro en 2012.

Las organizaciones ecologistas ven en este movimiento una oportunidad insólita. Ellos, que cada vez sudan más para colocar mensajes en los medios, ven por fin un ángulo novedoso, una historia que arrastra. Hasta ahora los personajes que asociamos con la lucha contra el cambio climático, famosos como Al Gore o Jane Goodall, llegaban a grupos mucho más reducidos.

El sociólogo de la Universidad de Stanford Doug McAdam, que lleva 40 años dedicado a cuestiones medioambientales, expuso esta falta de interés sobre el clima en un estudio en 2015. Las causas son diversas: los ciudadanos no perciben la urgencia, a muchos les confunden los mensajes negacionistas sobre el cambio climático como los del propio presidente estadounidense Donald Trump… El fundador de la ONG 350.org contaba recientemente a The Guardian que, gracias a Greta Thunberg, está viviendo uno de los momentos de mayor esperanza en 30 años de activismo medioambiental.


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