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Entre Vinos Conversamos

abril 25, 2023 @ 19:00 - 20:30

En Abril volvemos con «Entre vinos conversamos»

¿Dónde, cuando y a qué hora?

📍 Café Comercial

🗓️ 25 de Abril, 2023

🕖 19:00 – 20:30h

Preparando nuestra próxima sesión de Entre Vinos Conversamos, y valorando la trayectoria de esas Conversaciones, nos atrevemos a decir que nuestras capacidades de analizar y compartir en ellas nuestras visiones y reflexiones en torno a temas complejos van sin duda incrementándose.  Los conversadores habituales en ellas creo que merecen este reconocimiento.

Abordando la preparación de la próxima sesión que celebraremos el próximo 25 de abril, leo de nuevo el Food for thought de 6 de abril con el título El enredo de estar vivos El enredo de estar vivos – Foro de Foros. Es sin duda un tema de máxima complejidad y cuanto más reflexiono sobre lo que leo, más escalofríos me produce  vislumbrar el desprecio que muchos en la humanidad tienen de las consecuencias de adentrarse en lo desconocido y desafiar las reglas del orden natural de la vida.  

Nada hay tan humano como las irrefrenables inquietudes científicas y de conquista  que siempre han existido en algunas personas con alma de investigadores, inventores, conquistadores etc… Pero cuando las mismas son alimentadas por la voracidad de la ambición económica asociada a los intereses derivados de la investigación y la tecnología, nos situamos en un terreno de total carencia de reflexión y de respeto de los límites éticos de la interferencia humana en la naturaleza. Queremos hacernos los dueños del universo, sin una mínima humildad ante lo desconocido.

Simplificando los argumentos, pero con cierta coherencia, algunos dirán que el ser humano es parte de la naturaleza y que por ello lo que haga el ser humano será algo tan natural como cualquier otro fenómenos evolutivo que pueda producirse. Se trata de un argumento que no puedo refutar con la razón, lo que me lleva a concluir que la razón por sí sola no es suficiente para lidiar con este tipo de dilemas. Pienso por ello que necesitamos incluir en nuestra valoración y análisis del tema variables que tienen más que ver con una dimensión espiritual y de sentido. Solo así podremos elucubrar buscando respuestas para preguntas como ¿para qué estamos aquí? ¿Tiene realmente sentido la vida? ¿Vale todo en la vida o por el contrario hay algo que debe siempre respetarse más allá del utilitarismo? ¿Qué es ese algo?

La pregunta de si tiene sentido o no la vida solo se puede contestar desde las religiones, quienes las profesan, o desde la mera especulación intelectual y espiritual de quienes carecen de creencias religiosas.  Y ante la complejidad del tema, ¿no deberíamos tener un cierto respeto o incluso temor a la alteración de lo que nos constituye y nos hace ser lo que somos y quienes somos? ¿Queremos entender la vida como algo que está a nuestro servicio ya sea en cuanto a la vida propia o la vida de los demás? Y en función de la respuesta ¿bajo que criterios es legítimo decidir cuándo eliminarla con el aborto o la eutanasia, o los límites a su manipulación con todo tipo de engendros genéticos o incluso si debemos permitir fabricarla artificialmente con la concepción provocada en un laboratorio o sumando algún día materia viva con inteligencia artificial?

Me atrevo a describir la vida como una programación o algoritmo puesto en funcionamiento mediante un impulso eléctrico aplicado sobre unidades de materia para mantener su cohesión con identidad propia y diferenciada  con el fin de desarrollar una trayectoria y evolución a lo largo de su existencia, necesariamente finita, y dirigida principalmente por el mandato que le impregna de perdurar en el tiempo y crear mediante la reproducción nuevas unidades de vida replicando el mandato recibido si bien modificado por el impacto de su existencia para  la mejor adaptación al medio en el que se desarrolla la misma y siempre dotada de algún tipo de sensibilidad/consciencia/afectos como mecanismo inteligente de adaptación y para la consecución de los citados fines.

Se trata sin duda de una definición larga, técnica y aburrida, pero me ha entretenido y estimulado escribirla para pensar sobre lo más relevante de los varios dilemas a los que la sociedad se enfrenta en torno a la vida y al potencial hoy de la ciencia para extender la vida en el tiempo, modificarla, reproducirla, eliminarla e instrumentalizarla.

Y la vida es humana a lo largo de toda la trayectoria de su existencia encarnada en cada individuo. Por ello quien quiere hablar con rectitud, sin sesgos de autojustificación de lo que le conviene frente a lo que “debe ser”, será difícil que niegue que la vida humana (al menos según mi definición) comienza con la fecundación de un ovulo con un espermatozoide. Creo que solo los intereses personales de un tipo u otro pueden explicar la existencia de argumentaciones y discusiones respecto de lo evidente  cuando las cosas se miran desde fuera y sin implicación interesada.

¿Estamos en este mundo para algo más allá de conseguir sobrevivir, reproducirnos y ser felices? Si el valor supremo es el utilitarismo de supervivencia y de búsqueda de la felicidad de los miembros de una sociedad quizá todo pueda valer moralmente. Si el único objetivo o sentido que podemos otorgar a nuestra vida es la de ser funcionalmente exitosos para sobrevivir y crear descendencia que nos sobreviva, entonces pienso que será difícil poner límites a que la ciencia se explote al servicio de algunos humanos para optimizar sus capacidades de ser funcionalmente más eficaces y eficientes para el cumplimiento de los dos mandatos propios de la vida, vivir o sobrevivir y reproducirnos.

Por el contrario, para quienes, como yo, nos gusta pensar que hay algo (como valor y orden que debe siempre respetarse) muy por encima de lo útil, lo productivo y lo eficaz, las aproximaciones actuales que en muchos ámbitos (con fuertes intereses económicos asociados) se están haciendo en relación con la creación, alteración, modificación e instrumentalización de la vida humana nos parecen peligrosas y aberrantes por aproximarse a espirales de gran degeneración  de la especie.

Pero en cualquier caso, y sea cual sea la visión y valores que cada uno tenga por oportunos,  desde el punto de vista de la mínima prudencia social requerida ¿no deberíamos tener cierto respeto a los efectos secundarios o indirectos de nuestras actuaciones  que son absolutamente desconocidos? La sola imaginación de algunas de las cosas que en relación con la vida humana pueden hoy hacerse casi sin ninguna reflexión al respecto provoca un fuerte resonar en mi interior de la palabra degeneración con todo lo que ello puede significar.

Personalmente creo que quien prescinde de esa mínima prudencia, está ignorando su enorme ignorancia que siempre es muy superior al universo de lo conocido y por tanto faltando el respeto a lo desconocido.  Resulta por ello más inteligente reconocer la enormidad de nuestra ignorancia (como afirmaba Sócrates) y respetar que en todo ese universo desconocido existen(para quienes tienen creencias religiosas de un tipo u otro)  o pueden existir (para quienes carecen de ellas) razones que inviten a la prudencia a la hora de jugar con la creación y/o manipulación o instrumentalización de algo tan sagrado y maravilloso como el fenómeno de la vida, especialmente la vida en el nivel humano que solemos definir como superior.

Tratemos de bucear en nuestro interior con todos los poros abiertos para la captación de mensajes trascendentes, espirituales o de sentido que nos permitan formarnos y compartir en nuestra próxima conversación entre vinos el 25 de abril nuestro mejor criterio en estos difíciles asuntos.

Nos vemos pronto en el Café Comercial

Maestro de ceremonias

Alfredo Sanfeliz

Alfredo Sanfeliz.

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Detalles

Fecha:
abril 25, 2023
Hora:
19:00 - 20:30