España y el camino de la seducción

La semana pasada dedicábamos nuestro Food For Thought a cómo España, si juega bien sus cartas, tiene una baza de oro en la Unión Europea. En tiempos de desafección del proyecto europeo, es un socio fiable, cumplidor con sus acreedores y con sus compromisos con Bruselas. Además, este verano saldrá del simbólico procedimiento de déficit excesivo.

De poco servirán las hojas de ruta que no incluyan una buena estrategia de comunicación. Porque, si bien es cierto que todos los países sufren periódicamente campañas de desprestigio, en el caso de España se han cebado tanto con su papel en la Historia como con su sistema judicial. Y en algunos casos los comentarios rozan lo personal (¿cuántos artículos han leído en prensa anglosajona sobre la siesta, esa que tan pocos trabajadores se permiten, y la productividad?).

El pasado noviembre, la nueva Secretaría de Estado de España Global puso en marcha una “ofensiva de encanto”, que dirían los anglosajones. En cada Embajada y Consulado español, en total 215 sedes, un diplomático recibió la encomienda de evaluar riesgos u oportunidades para España y de gestionar la imagen-país. Nada que, subrayan algunos funcionarios, no tuvieran en mente ya. Algunos de hecho lamentan que la iniciativa, aunque interesante, no haya supuesto una mayor dotación de recursos. “No hay que olvidar que esos mismos diplomáticos tienen otras mil cosas que hacer. No se está contratando a 200 nuevos, que es lo que haría falta”, opina un miembro del Cuerpo.

Es notorio que el tema catalán ha pasado factura a la imagen de España y que era preciso actuar. Durante años, mientras el independentismo hacía un despliegue de comunicación rápido y amplio, apoyado desde universidades, foros de debate y ONGs de Estados Unidos, Canadá y media Europa, la Administración central se prodigaba muy poco. “España Global, con un cariz menos político que la anterior Marca España, está intentando responder mejor a las fake news que salen de Diplocat”, dice un funcionario. “De todas formas, pocos Estados del mundo tienen un problema tan vivo como el de Cataluña, y que es tan complejo y difícil de gestionar. No creo que haya un plan magistral de diplomacia pública que le pueda hacer frente. Nos tocará vivir con ello”.

Al conflicto catalán se unen otros lastres como la leyenda negra española, esa tergiversación de la Historia por parte de autores británicos, holandeses y de otras nacionalidades durante el siglo XVI acerca del dominio del Imperio español (1450-1650). El pasado marzo, volvió a aflorar con la carta del presidente López Obrador (AMLO) al Rey Felipe VI y al Papa en la que les exigía disculpas por la conquista de México. El análisis extemporáneo de lo ocurrido hace 500 años por parte de AMLO fue una jugada política -buscaba enviar un mensaje interno y reforzar su llamada Cuarta Transformación– . No le importó sustentarse en planteamientos falsos como la equiparación del imperio azteca con el México actual.

Hollywood tampoco ha sido riguroso al mirar a España en la Historia, como prueban superproducciones como ‘1492: la conquista del paraíso’ (Ridley Scott, 1992). No obstante, historiadores como Elvira Roca Barea, autora de ‘Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español’ (Siruela, 2016), consideran que la leyenda negra española es un fenómeno corriente si tenemos en cuenta la duración e intensidad de la hegemonía del imperio español. Demasiadas potencias quisieron disputarle el mando durante demasiado tiempo.

Defensa ha premiado recientemente al libro ‘La imagen de la presencia de España en América (1492-1898) en el cine británico y estadounidense’, en el que el capitán e historiador Esteban Vicente Boisseau detalla cómo la leyenda negra española se ha llevado al cine y la televisión. La idea es no solo apagar los incendios diplomáticos cuando proceda, sino enriquecer poco a poco el relato internacional sobre España y premiar las investigaciones rigurosas.


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