Cambio de chip

La semana pasada, la joven promesa demócrata en Estados Unidos, Alexandria Ocasio Cortez, sugirió que la democracia en Estados Unidos «tiene un problema con Facebook», justo después de que esta red social retirara anuncios de la senadora Elizabeth Warren pidiendo la ruptura del oligopolio tecnológico. Por ejemplo, interviniendo en la adquisición de Whatsapp e Instagram por Facebook.

Hace menos de una década, los gigantes de Silicon Valley eran los niños bonitos de la economía estadounidense. Se creía que Facebook, Google, Twitter, Amazon estaban dinamizando y democratizando el mundo, sin cuestionamiento. Hoy cada vez más voces piden que se revisen las leyes antimonopolio del país. Ni Internet es la solución a todos los problemas de conectividad ni el calco fiel de lo que la sociedad demanda o necesita. La llegada de la Red a un entorno ya se sabe que no necesariamente va acompañada de democracia. Como pudimos comprobar en varios debates de La Granja 2019, la visión de la tecnología empieza a ser más matizada.

El mea culpa periodístico

En la mesa sobre medios de comunicación e innovación (Periodismo: nuevos formatos, mismos fundamentos), también se respiró ese escepticismo ante los nuevos dueños de la escena publicitaria y, en algunos casos, informativa. Todo pasa por el oligopolio y eso tiene consecuencias. Por ejemplo, la pérdida de la confianza del público. Los periodistas confirmaron que no basta con hacerse eco de las tendencias, sino que es necesario mirar a la audiencia. Si un país se informa esencialmente por Whatsapp no bastará con describir esa realidad: es crucial generar conversación con el público por ese canal sin juzgarlo a priori. No se puede escribir pensando en Twitter en tanto que la red social no refleja el espectro amplio de la sociedad. Los algoritmos segmentan y los medios han de imponerse al efecto cámara de eco.

“La tecnología por sí sola no puede alentar la democracia, ayudar a responder preguntas importantes y facilitar un liderazgo efectivo al impulsar la responsabilidad”, explicaba hace unos días Alexandra Borchardt, del Reuters Institute for the Study of Journalism en Project Syndicate. “Pero, hasta cierto punto, el periodismo responsable y de alta calidad puede hacerlo. Sin embargo, para ello los medios no deben dejarse arrastrar por cada nueva tendencia tecnológica. Si consideran que la tecnología es más que una herramienta para implementar estrategias centradas en las personas, las personas que necesitan, tanto el personal como el público, seguirán votando con los pies”.

¿Más regulación?

Falta poco más de un mes para la primera cita electoral en España y 10 semanas para las europeas. Bruselas le ha pedido a Facebook, Google y Twitter más medidas contra la desinformación. Estas empresas han tomado algunas medidas como retirar cuentas falsas, pero son insuficientes para garantizar una “plena transparencia” en materia de publicidad cuando empiece la campaña electoral. ¿Es momento de pasar tanto en EEUU como en Europa de las sugerencias a la legislación?


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